viernes, 7 de octubre de 2011

Ankara seguirá esperando indefinidamente a la UE

Hace ahora seis años, el 3 de octubre de 2005, la Unión Europea y Turquía firmaron en Luxemburgo el acuerdo para abrir las negociaciones de adhesión de Ankara al club comunitario. Hubo sonrisas, abrazos, parabienes y brindis… con agua, en atención a la condición islámica del entonces ministro de Asuntos Exteriores turco, y hoy presidente, Abdulá Gül. Se especuló allí con que quizá hacia 2014 o 2015, por poner una aparentemente fecha lejana, Turquía podría ser miembro de la Unión. Desde aquel momento la relación no ha hecho más que empeorar y cada incidencia se ha convertido en una ocasión más para ahondar en el desacuerdo. La última, las exploraciones gasísticas frente a las costas chipriotas, que enfrentan a Nicosia, sostenida por la UE, con Ankara. La negociación para la adhesión está prácticamente paralizada y en el horizonte asoma la presidencia chipriota de la Unión, lo que no augura nada bueno para el proceso turco-comunitario.

Más allá de la superstición de que brindar con agua trae mala suerte, el hecho es que aquel acuerdo para abrir formalmente negociaciones con Turquía estuvo precedido de largas horas de intenso suspense, incluido el veto de Austria, que con un 80% de la población contraria a la admisión de Turquía sólo cedió a cambio de que en el paquete se incluyera también el establecimiento de discusiones para la adhesión de Croacia.

El país balcánico ha concluido ya sus negociaciones y, a falta del proceso de ratificación, confía en ser miembro de pleno derecho de la Unión en julio de 2013. Nadie está hoy en condiciones de aventurar una fecha para la integración de Turquía, un asunto que lleva camino de convertirse más en una cuestión de debate académico, sin consecuencias prácticas, que una realidad tangible.

“Para ser miembro de la UE hay que cumplir unas condiciones. Una de ellas es completar el proceso negociador, lo que supone que el país candidato eleve sus estándares al nivel de la Unión. Hay distintos capítulos en el proceso. Turquía está haciendo todo lo que puede para reformarse. Hay que dejarla completar el proceso negociador”, manifestaba hace unos días en Berlín el presidente Gül. “Una vez que Turquía haya completado el proceso, el Consejo Europeo decidirá si Turquía está en condiciones de convertirse en miembro de pleno derecho. Luego, algunos Estados pueden realizar un referéndum y preguntar a sus pueblos. Si alguno de ellos dice que Turquía sería una carga para la Unión, entonces Turquía no puede ser miembro de la UE. Nosotros lo aceptaremos. Pero también el pueblo turco puede decir ese día que no quiere ser miembro de la Unión”. Gül estuvo didáctico, exigente y desafiante en Alemania, país que junto con Francia es el principal objetor a la adhesión turca al club comunitario.

Desde aquel octubre de 2005 en Luxemburgo sólo se han abierto 13 de los 35 capítulos con que cuenta la negociación y apenas uno (Ciencia e Investigación) hay provisionalmente cerrado. Otros 18 están congelados por los vetos de Chipre, Francia o por decisión del Consejo Europeo lo que sólo deja tres que permiten mantener viva la ficción de que hay negociaciones con Turquía: Competencia, Política Social y Empleo y Concursos Públicos.

“Nos preocupa que el proceso de adhesión de Turquía esté perdiendo fuerza”, manifestó el pasado otoño el comisario de Ampliación, Stefan Füle, al presentar el informe anual sobre la marcha de la negociación. Valoró Füle los avances realizados, incluidas las reformas constitucionales de hace un año, pero también advirtió que quedaba mucho por hacer en lo relativo a derechos fundamentales (libertad de prensa, de expresión y de religión) o en lo relativo a la minoría kurda.

“La clave para revertir al tendencia [hacia el desinterés por le negociación] está principalmente en Turquía, que debe cumplir su relación contractual con la UE, es decir, la Unión Aduanera”, señaló el comisario.

La UE exige a Ankara que abra sus puertos y aeropuertos a barcos y aviones de bandera chipriota a lo que Turquía se niega, una consecuencia más de la invasión y partición de la isla de 1974. En respuesta a esa recalcitrante negativa decidió la Unión en 2006 que no se abrirían ocho capítulos del paquete negociador y que ninguno se cerrará, siquiera provisionalmente, mientra Turquía no cumpla con sus obligaciones.

El nuevo pulso por el gas en las aguas vecinas a Chipre es el último añadido al cóctel de complicaciones de la relación euroturca. En el Parlamento Europeo se han oído esta semana advertencias de que las amenazas de Turquía a Chipre son amenazas a la UE en su conjunto.

Antes de que Chipre asuma la presidencia de la UE el próximo 1 de julio Dinamarca estará al timón comunitario durante la primera mitad de 2012. Copenhague, como Madrid, está a favor de que Turquía entre en la Unión “si cumple los criterios y está realmente preparado”, señala una fuente diplomática danesa. “Si pudiésemos abrir algún capítulo, y estamos pensando en el de Competencia, lo haríamos, pero dados los gritos que se oyen va a ser difícil hacerlo”. El principal objetivo danés es dar a Chipre la impresión de que no se ha arrojado la toalla en esas negociaciones. “Si Chipre ve que no va a haber avances con Turquía no tendrá incentivos para hacer algo durante su presidencia”, señala la fuente que, sin aludir expresamente al contencioso gasista, pero en afortunada imagen, apunta: “Y no hay que descartar una explosión”.

http://internacional.elpais.com/internacional/2011/09/28/actualidad/1317235931_778203.html

Ricardo Martínez de Rituerto Bruselas 28 SEP 2011 - 21:06 CET
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