miércoles, 16 de julio de 2014

el Ramadán, el mes sagrado de ayuno de los musulmanes,

http://www.abc.es/internacional/20140715/abci-victimas-ramadan-turquia-201407141234.html


Cualquier observador casual puede percibir que, durante el Ramadán, el mes sagrado de ayuno de los musulmanes, una gran proporción de los ciudadanos de Turquía se encuentra irritable y malhumorada. En estos días aumentan las discusiones, las peleas, los accidentes de tráfico y, por desgracia, también los homicidios.
Según la policía turca, en los diez primeros días del Ramadán de este año se produjeron un total de 68 asesinatos, lo que eleva la media de estos incidentes de 3 a 7 diarios. En la mayoría de los casos, el motivo para estos crímenes es «un estallido de rabia».
El ayuno u «oruç», como se lo conoce en Turquía, incluye abstenerse no solo de ingerir alimentos, sino también de beber agua y fumar, lo que, según muchos, es la peor parte. De cumplir este precepto solo están exentos los enfermos, los viajeros, los niños pequeños y las mujeres embarazadas o con la menstruación, entre otros casos. Dado que en los últimos años el Ramadán ha tenido lugar en verano, las elevadas temperaturas lo están haciendo especialmente difícil de soportar.

Ataque contra un bar en Estambul

En Turquía una gran parte de la sociedad se considera laica y no guarda ayuno, y en la mitad occidental del país bares y cafeterías funcionan normalmente, a diferencia de otros lugares como Marruecos o la Cabilia argelina, donde se imponen penas legales a aquellos que violen la prohibición de ayunar.
Pero el país no está exento de tensiones: el jueves pasado, dos individuos atacaron a los clientes de un bar en el cosmopolita barrio estambulí de Besiktas, arrojándoles sillas e hiriendo a tres personas, incluyendo a dos turistas. «¡Estáis bebiendo alcohol y haciendo ruido antes del “iftar” [la comida de ruptura del ayuno]!», gritaron los agresores, según el relato de la reportera turca Makbule Cengiz, que se encontraba por casualidad en el lugar.
Incidentes de este tipo –agresiones y amenazas a vendedores y consumidores de alcohol- se repiten cada año. En 2008, por ejemplo, Muslum Goksu, el propietario de una licorería en Ankara, recibió una paliza a manos de tres jóvenes por expedir alcohol durante el Ramadán. Uno de los agresores, de hecho, era un cliente regular de Goksu.

El caso del tamborilero apuñalado

La crispación, además, afecta a todos los sectores de la sociedad: a aquellos que no ayunan les molestan los tamborileros que, alrededor de las tres de la madrugada, recorren los barrios populares despertando a sus habitantes para que puedan tomar su última comida antes de la salida del sol. En 2011, uno de estos tamborileros fue apuñalado en Isparta por un vecino airado, que le gritó que se fuese a «tocar el tambor a otra parte». Cuando el músico le ignoró, el hombre bajó a la calle armado con un cuchillo y le perforó la espalda y el brazo. El tamborilero sobrevivió.
Los ciudadanos no religiosos se quejan a menudo de retrasos y negligencias en los servicios de emergencia debido a las disrupciones causadas por el ayuno. Hace cuatro años, un hombre llamado Mustafa Mor demandó a un hospital de la provincia de Gaziantep por no tener personal de guardia que le atendiese tras un accidente de tráfico, puesto que todos estaban asistiendo al «iftar».
Para los secularistas, las prácticas del Ramadán son cada vez más intrusivas por influencia del gobierno islamista de Recep Tayyip Erdogan, lo que genera situaciones como la de que un trabajador del servicio de ferries a las Islas Príncipe se niegue a permitir embarcar a una mujer por llevar varias botellas de vino, como ocurrió en 2012. La promoción del Ramadán por parte del gobierno turco es evidente: por ejemplo, este año, la emisión de programas especiales durante el «iftar» ha copado la programación de las principales cadenas de televisión, llegando a desplazar en algunos casos incluso la retransmisión de los partidos del Mundial de Fútbol de Brasil, y sus presentadores se han convertido en superestrellas con sueldos multimillonarios.


Susto sobre Estambul tras un concierto de Metallica

http://www.lavozdegalicia.es/noticia/amarina/2014/07/16/susto-sobre-estambul-tras-concierto-metallica/0003_201407X16C3999.htm


«A los cinco segundos de despegar, petardazo en el motor derecho, justo en mi ala, pero no sabía si era normal, aunque estuve intranquilo desde que vi la explosión, intentando convencerme de que no estaba en situación de peligro, pero después habló el comandante del avión diciendo que teníamos que regresar, y no hubo histeria, pero varias personas se desmayaron y algunas lloraban». Así, de corrido, explicaba ayer el viveirense Paco Gueimunde, el aterrizaje de emergencia que vivió junto a su colega Benxa Soto a bordo de un avión de Iberia sobre el cielo de Estambul. E ironizaba en las redes sociales señalando que después del espectáculos de decibelios, láser y luces del mítico grupo «Iberia acabó poniendo la pirotecnia».
Se quedó en un susto, pero de los que no se olvida. «Vi la explosión perfectamente, y cómo soltaba una llamarada el motor. A partir de ese momento todos notamos que el avión no ganó más altura, y la gente se dio cuenta de que no ascendíamos», explicó. Inicialmente el comandante de la aeronave informó de la posibilidad de que un pájaro fuera el causante de la explosión que dejó inutilizado el motor, algo que descartaron poco tiempo después. «La maniobra duró entre 10 y 15 minutos, y es una sensación un poco extraña; nos dimos cuenta de la situación cuando vimos el despliegue de bomberos y aeropuertos en la pista de aterrizaje». Superado el susto, la siguiente preocupación fue cómo regresar a casa. «Nos acostamos sin noticias, Iberia no tiene asistencia allí; nos fueron recolocando y hoy [ayer por la tarde], había gente que aún seguía en Estambul. Todo muy mal organizado», explicaba ya en Barajas.
-Y a todo esto, ¿qué tal Metallica?
-El concierto fantástico, los hemos visto ocho o nueve veces, pasan los años y mejoran. En Estambul, al no permitir alcohol, el ambiente es muy diferente a España, había familias desde niños a abuelos. Parecía un día de fiesta más que un concierto de rock.