miércoles, 22 de abril de 2009

Turquía. Estambul, un puente entre Europa y Asia

Si jugáramos a las adivinanzas, son muchas las pistas que delatarían a nuestro destino de esta semana. Se trata de una ciudad a caballo entre dos continentes, el asiático y el europeo; que baña dos mares, el de Mármara y el Negro; que posee las más impresionantes mezquitas y los bazares de mayor renombre… Sí, no hay lugar a dudas. Seguro que estas pensando en Estambul.

Estambul, centro económico de la República de Turquía, fue en la antigüedad capital de tres de los más importantes imperios: el romano, el bizantino y el otomano. En la actualidad, Estambul cuenta con recuerdos de dichas civilizaciones esparcidos por sus rincones, si bien esta ciudad turca es hoy sinónimo de progreso y futuro.

Para conocer la ciudad de Estambul hace falta algo más que tiempo y dinero. Hace falta ponerle interés y esfuerzo, ya que se trata de una gran urbe. Y es que son muchos los atractivos que nos brinda este destino; desde mezquitas y palacios, hasta murallas y torreones, pasando por bazares y parques naturales.
Si hablamos de palacios, el de Topkapi sobresale por encima del resto. Situado en un lugar idóneo –sobre un cabo en la confluencia del Estrecho y el Cuerno de Oro-, el Palacio de Topkapi es un gigantesco recinto cargado de curiosidades. Multitud de salas, pabellones y galerías encierran los misterios mejor guardados, ya que este palacio fue hogar de sultanes y sus respectivas cortes.


Sin dejar de lado los palacios, el de Dolmabahçe sorprende por su fastuosa decoración. Sólo el salón de recepción cuenta con cincuenta y seis columnas y una araña de cristal de cuatro toneladas y media con setecientas cincuenta bombillas.


Es imposible caminar por Estambul sin dejar de ver el minarete de alguna mezquita. Y es que la verdadera seña de identidad de esta ciudad está en sus mezquitas. Quizás no la más llamativa pero sí una de las más retratadas es la mezquita de Ortaköy. Decimos que es una de las más fotografiadas por su posición estratégica, ya que este recinto se halla a escasos metros del Estrecho de Estambul, y junto con el puente colgante y los barcos de recreo constituyen una estampa única.


Sin embargo, existen otras mezquitas que seguro que impresionarán más a todo aquel que las visite. Por ejemplo, la Mezquita Azul –nombre que proviene de su interior, recubierto por azulejos azules y blancos-, o la Mezquita Imperial de Süleymaniye -ubicada en la orilla occidental del Cuerno de Oro y considerada una de las más bellas de la ciudad.


Pero no todo en Estambul son mezquitas y palacios. De hecho, lo mejor que se puede hacer para conocer la ciudad es caminar. Caminar por sus calles y sus barrios, hablar con sus gentes y dejarse invitar a algún té, disfrutar de sus tiendas y comercios.


Aunque hablando de tiendas, sin duda alguna el Gran Bazar es el lugar perfecto para disfrutar comprando… y regateando. Con sus más de cuatro mil tiendas, este laberinto de calles y pasadizos nos ofrece una amplia variedad de objetos: cobre, oro, artículos de piel, alfombras… Y si lo que queremos es sentirnos transportados al místico Oriente, el Bazar de las Especias se encarga de ello con sus envolventes aromas.


Lejos del ajetreo de los bazares, la calma la encontramos en el estrecho que separa Europa y Asia. A bordo de uno de los múltiples barcos que surcan esta masa de agua, descubrimos un Estambul diferente. Un Estambul salpicado en sus orillas de palacios y parques naturales, una ciudad que late al ritmo de sus aguas.


Decidimos bajarnos cerca de Gálata para poder disfrutar de este barrio. Arropada por multitud de edificios y escondida por intrincadas callejuelas, la Torre de Gálata se eleva a sesenta y dos metros sobre el Cuerno de Oro. El cansancio aprieta y la noche amenaza con apagar la ciudad. Por ello, extenuados por las increíbles vistas que se contemplan desde esta construcción, nos sentamos a disfrutar de una cena única en su restaurante y decimos adiós a Estambul con el mejor sabor de boca posible.


Alejandro Rincón Alarcón

(publicado el 19 de Abril 2009)

martes, 14 de abril de 2009

Los balnearios del Detroit turco Bursa. Cabeza de la ruta de la seda

Bursa, uno de los grandes núcleos de la fabricación de automóviles, explota sus recursos naturales y su rica historia como cuna del imperio otomano

Es paradójico. Los automóviles se han convertido en su alimento. Bursa subsiste gracias a las inmensas factorías de multinacionales como Fiat, Renault, Peugeot, Honda, Hyundai, Ford y Toyota. Pero la ciudad de los coches, la cuarta más importante de Turquía, los odia. Quiere desterrarlos de sus calles para convertirse en un foco turístico que compita con el exotismo de Estambul. Sus credenciales: las aguas termales que fluyen por sus cimientos, las inmensas pistas de esquí que parten desde la montaña Uludag... Y la Historia, ésa que la convirtió en la primera capital del imperio otomano en el siglo XIV -aún conserva los mauseleos de los dos primeros sultanes- y que le erigió en núcleo fundamental en el comercio de la seda. «Nuestro principal problema es el tráfico, que genera mucha contaminación. Por eso queremos limitar el movimiento de coches y acabar con la polución», expresa Sahabettin Harput, gobernador de este enclave situado en el noroeste de la república.
Resulta, en efecto, un tanto agobiante el impacto que recibe el visitante al desembarcar en una ciudad que lucha por convertirse en sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018. Los vehículos circulan con dificultad -por decirlo de alguna manera- por un lugar de estrechas calles, aunque acogedoras, atestadas de escaparates en los que golpean a la vista la gran cantidad de vestidos de novia y prendas de llamativos colores. A su lado compite el penetrante olor de las cafeterías y las pastelerías, con tentadoras pastas de té y las suculentas castañas escarchadas típicas de la zona, irresistibles para los golosos.
Roscos patrióticos
Es difícil no toparse con vendedores ambulantes que ofrecen roscos de sésamo con banderas turcas -la exaltación nacionalista es máxima- o con uno de sus múltiples restaurantes kebabs, donde venden el bocadillo del mundo árabe. Eso sí, con pan de pita. Pero en esta región hay que probar el 'iskender kebap', con finas tiras de carne de cordero y salsa de tomate. El visitante siempre encontrará uno; da igual que se mueva por la ciudad nueva o por la fortificada urbe antigua.
Y es que hay dos Bursas. La parte amurallada deslumbra en lo alto de una colina desde la que se descubre toda la ciudad. Se asientan los mauseleos de los dos primeros sultantes del imperio otomano, dos pequeños recintos en el que se conservan sus restos y el de su corte. También el castillo y la imponente torre del reloj, de 33 metros de altura y con 89 escalones de madera, llaman la atención en esta especie de parque por el que pasean los adolescentes con sus uniformes escolares propios de las universidades americanas.
En el resto del municipio se mezclan el pasado y el presente. Delante, por ejemplo, del mercado de la seda Koza Han (1491) y de la Gran Mezquita Ulu Camii (finales del siglo XIV) han plantado un McDonalds. Efectos de la globalización actual. Porque hubo otra. Esa época en la que esta ciudad crecía como uno de los principales centros de la Ruta de la Seda, ubicada en su extremo más occidental. «Éste era el centro mundial del comercio. Venían mercaderes de todas partes», proclama el guía local Nihat Tinik.
Conservado a la perfección, este recinto, de dos plantas cuadradas y con una especie de patio interior en el que se construyó una pequeña mezquita para que los comerciantes árabes oraran, guarda el atractivo de aquellos tiempos. Ahora no hay puestos, sino tiendas en las que se puede comprar todo tipo de prendas de seda: corbatas, pañuelos, camisas... Con una amable sonrisa, los comerciantes suelen ofrecer té (o café, siempre sin leche) y pastas al visitante, una proposición que se magnifica cuando se cierra una transacción. Entonces, idolatran al comprador como hicieron con la reina de Inglaterra cuando les visitó en octubre. Momento histórico que reflejan las fotografías que compiten con el colorido de los atractivos escaparates.
La Gran Mezquita, en la misma explanada, vigila el mercado. Es otro mundo. Un lugar de recogimiento. A las doce, una de las cinco horas de rezo, una multitud -la mayoría hombres, aunque este recinto posee una zona reservada para mujeres- se aproxima a la mayor mezquita de Bursa, con capacidad para dos mil personas y muestra de las primeras construcciones otomanas. Su gran aforo provocó que en el centro del recinto -formado por veinte cúpulas- se habilitara una fuente para purificar el ambiente y evitar una sensación de ahogo y pesadez en el aire (se consigue a medias). Cuenta la leyenda que el sonido del agua es uno de los preferidos en el islam. Hay otros dos: el del dinero y el de las mujeres.
Nieve y baños termales
Éste es sólo uno de los múltiples centros de oración que salpican cualquier ciudad del mundo árabe. Todas se distinguen por sus minaretes, desde donde se llama a los fieles. Y en la parte antigua de Bursa también luce la Mezquita Verde, que quedó inacabada por los problemas económicos que padeció el sultán Mehmet I en el siglo XV. En su interior aún se pueden ver las marcas que dejó el terremoto que destruyó parte de la ciudad en 1855. Su nombre se debe a su color, una tonalidad predilecta en el mundo musulmán y que deslumbra en los bosques que rodean la ciudad. El verde inunda las montañas que rodean este enclave, como el parque nacional del monte Uludag, candidata a acoger los Juegos de Invierno de 2018,o el color de su equipo de fútbol -con un estadio que parece una plaza de toros, redondo, y con una decena de tiendas de alquiler de coches en los bajos-...
Este color es su marca. Como en el futuro serán los hoteles termales y el esquí. Complejos en los que en lugar de sol y playa se disfrutará de la nieve y los baños relajantes. Ya existen varios balnearios con spa y todo tipo de actividades en las que el agua toma su máximo protagonismo. Pero Bursa quiere más. Y para ello invertirá una ingente cantidad de dinero. Con esta meta, y con la de limpiar su aire, ése que han contaminado los coches de los que ahora vive.

lunes, 6 de abril de 2009

Obama urge a Turquía a que ayude a cerrar la brecha que separa al mundo musulmán del Occidental

Estados Unidos "no está en guerra con el Islam": éste es el claro mensaje de conciliación que el presidente de EEUU, Barack Obama, ha enviado al mundo musulmán a través de su discurso pronunciado en el Parlamento turco. Obama se encuentra en Ankara en la jornada inicial de una visita de dos días a Turquía, su primera como presidente a un país de mayoría islámica, que tiene como objetivo no sólo recuperar los lazos con un aliado estratégico sino también tender puentes al mundo musulmán.
El presidente estadounidense, que desde su llegada a la Casa Blanca ha asegurado que pretende abrir un nueva etapa en las relaciones con esa región, ha querido reiterar muy claramente ese mensaje. "EEUU no está en guerra con el islám. De hecho, nuestra alianza con el mundo musulmán es crítica para neutralizar una ideología marginal que la gente de todas las creencias rechaza", ha afirmado Obama, en alusión a los grupos terroristas islámicos.
Ha defendido que la nueva relación que ofrece busca "un amplio acercamiento basado en un mutuo respeto y en nuestros intereses compartidos". "Escucharemos cuidadosamente, resolveremos malentendidos y buscaremos terreno común. Seremos respetuosos, aunque no estemos de acuerdo. Y transmitiremos nuestra profunda apreciación por la fe musulmana", ha subrayado el presidente estadounidense, que ha recordado que él mismo ha vivido en un país de mayoría islámica, Indonesia.
Aopoyo a su entrada en la UE
Su mensaje no se ha limitado al mundo musulmán en general. El presidente estadounidense ha pasado revista a algunos de los principales temas pendientes de resolución, incluido el conflicto palestino-israelí. En un mensaje indirecto hacia el nuevo Gobierno israelí del primer ministro Benyamin Netanyahu, Obama ha reiterado su apoyo a los compromisos de Annapolis de 2007, suscritos por ambas partes y que prevén el establecimiento de dos Estados, el israelí y el palestino. "Ambas partes deben cumplir los compromisos que han suscrito, superar pasiones enquistadas y la política del momento para lograr progresos de cara a una paz segura y duradera", ha advertido.
Buena parte de su discurso también ha estado dedicada específicamente a Turquía, un aliado clave para EEUU con el que los lazos se habían enfriado desde la invasión de Irak. Así, ha reiterado en claros términos algo que ya había expresado en la cumbre con la UE en Praga el domingo, que EEUU "apoya firmemente" la candidatura turca a la Unión Europea, una vieja aspiración de Ankara pero contra la que crece la oposición entre los países miembros.
Mejorar relaciones con Armenia
Obama ha pedido también la ayuda de Turquía para resolver conflictos en la región, como la división de Chipre, el futuro de la región de Nagorno Karabaj que se disputan Azerbaiyán y Armenia y -sobre todo- la cooperación de Ankara acerca de Irak. Tras reconocer las diferencias que separaron a ambos países a raíz de la invasión de ese país, el presidente estadounidense también ha pedido la ayuda de Turquía para "poner fin a esa guerra de manera responsable", porque el futuro de ese país árabe "es inseparable del de la región".
Pero si le pedía su ayuda, también ha puesto deberes a su país anfitrión: Turquía y Armenia deben resolver su disputa sobre las matanzas de armenios en 1915 en el Imperio Otomano, que Ereván considera un genocidio y Ankara niega. Turquía también debe hacer más en el terreno de los derechos humanos ya que "unos derechos sólidos de las minorías permiten que las sociedades se beneficien de las contribuciones de todos sus ciudadanos".
Tras este discurso, el presidente estadounidense se reunió con el primer ministro turco, Recep Tayipp Erdogan, antes de partir hacia Estambul, la segunda etapa de su visita a Turquía. En esta ciudad, esta noche participará en una recepción ofrecida a los jefes de Estado y Gobierno que participan en el II Foro de la Alianza de Civilizaciones, además de intervenir mañana en una mesa redonda con jóvenes y visitar las mezquitas Azul y de Santa Sofía.

Tiempo de cambios en Ankara

"En apenas siete años, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) se ha consolidado como la fuerza política central de Turquía, y después de cuatro elecciones nos afianzamos en el poder con el 40% de los votos", asegura Egemen Bagis, Ministro de Asuntos Europeos de Turquía, perteneciente al círculo de más estrechos colaboradores del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan. "Tenemos ahora casi tres años por delante sin comicios a la vista: es tiempo para hacer cambios en Turquía, para reformar la Constitución y reanudar el diálogo con la UE", anunció Bagis, que dirige la negociación turca con Bruselas, durante un seminario con periodistas europeos celebrado el pasado fin de semana.

Sin embargo, los islamistas moderados del AKP han visto frenado por primera vez su imparable ascenso electoral en las elecciones locales del 29 de marzo, en las que han caído al 39% de los votos nacionales. Tras irrumpir con fuerza en las legislativas de 2002, con un 36% de los sufragios, su apoyo electoral se fue acrecentado en las municipales de 2004 (41%) y las generales de 2007 (47%). Erdogan había planteado los últimos comicios locales como un referéndum a su gestión y un desafío al poderoso Ejército turco, guardián del Estado laico fundado por Atatürk, pero las urnas le han propiciado su primer traspiés electoral.

"Necesitamos buscar el consenso de los partidos del Parlamento", precisa Bagis, "para introducir enmiendas en la Constitución". La reforma del sistema judicial y de las atribuciones del Tribunal Constitucional, a fin de establecer normas más estrictas para la ilegalización de partidos políticos, y de la ley electoral son los principales ejes del cambio.

Reconfortado en sus aspiraciones europeas con la visita de Barack Obama, el Gobierno de Ankara trata de presentar una imagen de mayor "dinamismo" ante Bruselas en un intento de desbloquear las negociaciones, prácticamente congeladas desde hace dos años a causa del contencioso sobre Chipre -el Ejército turco ocupa el tercio norte de la isla desde 1974-, y a los frenos impuestos por Francia. "Chipre es aún el principal escollo que encuentra Turquía en su camino hacia Europa, y por eso necesita hacer gestos", advierte Hug Pone, analista del International Crisis Group en Estambul.

Tras un periodo de grandes transformaciones políticas, hasta que abrió las negociaciones para su adhesión a la UE en 2005, las reformas se han frenado en Turquía. La creación de un canal de televisión público en lengua kurda, que empezó a emitir 24 horas al día el pasado mes de enero, ha sido uno de los principales avances. A pesar de esta medida a favor de la pluralidad cultural, el AKP ha sufrido su principal retroceso electoral en el sureste de Anatolia, donde los nacionalistas kurdos han acaparado el control de las alcaldías.

"Somos un socio fiable y estamos en las dos partes del puente entre Oriente y Occidente", argumenta el ministro Bagis, para poner en valor el principal activo de una Turquía que lo mismo se ofrece como principal vía alternativa a Rusia para la entrada de energía hacia Europa, que acepta también oficiar como mediador entre Israel y Siria. Como destaca Sami Cohen, columnista experto en asuntos internacionales, "Turquía ha normalizado en los últimos diez años las relaciones con todos sus vecinos y es ahora un intermediario vital para la UE y EE UU en la búsqueda de la estabilidad. Nuestra afinidad cultural y religiosa ayuda a conciliar ambas orillas del puente.

jueves, 2 de abril de 2009

El buscador turco Fizy sorprende al servir miles de millones de canciones

"Localizamos 75.000 millones de archivos musicales" - En tres meses ya se encuentra entre las 4.000 páginas más populares - Robert Yaris, su cofundador, es hijo de turcos y nunca ha pasado por la universidad

En tres meses ha dado la vuelta al mundo. Es una maravilla turca. Se llama Fizy, el buscador y reproductor musical más rápido y más completo de la historia de Internet. En un segundo busca (y encuentra) entre "75.000 millones de archivos musicales y 25.000 millones de vídeos", según manifestó a Ciberp@ís Orkun Tekin, director general de la compañía que posee el 40% del buscador.

Está en 39 idiomas y su sobria estética supera con mucho a la que puso de moda Google. Mientras éste al menos escribía las letras en colores, en Fizy todo es blanco o negro.

Pero lo más sorprendente es la sustancia. Expuesto a pruebas extremas, su calificación es de diez sobre diez. Por ejemplo, en un segundo buscó, encontró y reprodujo Teño saudade, de Andrés do Barro, ¡con vídeo!, aún más: Maite, maitea, de Urko, también en vídeo y con traducción del euskera, All my loving, de los catalanes Los Manolos o a la primera rapera del mundo, Lola Flores, y su Cómo me las maravillaría yo.

Y si alguien echa en falta las escenas originales de Corre, corre caballito de Marisol, Fizy te lo reproduce. Más aún, encuentra Otra vez pasan los árboles, del grupo burgalés Orégano, de Alex Grijelmo, hoy presidente de otra Efe, la agencia de noticias. Y, por descontado, encuentra lo último de Antony and the Jonhsons o del grupo Manel.

Escuchar y compartir
La simplicidad de la página Fizy ha sido pensada principalmente para la pantalla de los teléfonos móviles. Sólo existe la casilla del buscador y el logo de Fizy para activar la búsqueda. Después, la casilla de reproducción de vídeo (que muchas veces no hay) y la de "compartir", que sirve para enviar la canción a un amigo. Nada más, no hay posibilidad de listas de preferidas o parecidas, ni posibilidad de descargar la música o el vídeo. Es sólo la posibilidad de reproducir al instante la canción que te gustaría escuchar en ese momento.

Fizy nació el pasado 22 de diciembre con la misma vocación de Google, pero para la música: indexar cada nota musical que circula por la Red, para ello emplea 50 diferentes aplicaciones.

Si hace tres meses era, según el contador de Alexa, la web 58.861 más popular de Internet, hace una semana era la 4.660, ayer la 3.694. Habrá que ver mañana.

Detrás de Fizy está Robert Yaris, un joven de 28 años de edad, de padres turcos que en 2007 ya fundó su propia empresa OMD, sin antes haber pasado por la universidad.

En una entrevista a Radikal, Yaris cuenta que él y sus compañeros de Fizy son unos fanáticos de la música, pero que estaban cansados de buscar una y otra vez sitios de música online en Internet.

Cuando por fin encontraron su propia fórmula, Yaris colocó su invento en la página de Digg y lo envió a veinte amigos. Uno de ellos lo envió a su vez a un especialista en marketing, Dave Delaney, quien, a su vez, lo extendió por Twitter a sus 3.000 amigos y la pelota siguió rodando porque, en definitiva, Fizy sorprendía a todos. Incluso al mismo Yaris, que califica su página como el nacimiento de la Web 3.0.

Al mes de lanzarse, Yaris almorzaba con directivos de Google; pero antes de que Google moviera pieza, la empresa turca Site A. S. se adelantó comprando el 40% de la propiedad de Fizy. Site pertenece a Z Group que pertenece a Reklam Z, grupo líder de publicidad online en Turquía.