domingo, 29 de julio de 2012

Vaqueros que matan @Estambul

http://www.lasprovincias.es/v/20110303/gente/vaqueros-matan-20110303.html

Cada día, medio millón de pantalones vaqueros son tratados industrialmente en Estambul. Quizás no es la actividad más sugerente que se puede realizar en esa exótica megaurbe, pero, posiblemente, se encuentre entre las más rentables. Turquía, gran productor de algodón, es uno de los principales abastecedores de prendas confeccionadas con tela vaquera o 'denim'. Pero esta fuente de divisas presenta una funesta contrapartida social. Ayer, las ONG integradas en la Campaña Ropa Limpia denunciaron en quince países europeos, incluida España, el uso en su fabricación de una técnica muy nociva que ya ha causado cuarenta y seis muertes en el país euroasiático.
El uso del chorro directo de una mezcla de agua y arena a presión, método conocido como 'sandblasting', confiere al tejido esa habitual apariencia de ropa usada que, por veleidades de la moda, resulta especialmente atractivo. Por una vez, los usuarios más clásicos, los 'fashionistas' furibundos e, incluso, los 'hipsters' o alternativos, parecen converger en esa predilección por el 'look' de lo artificialmente envejecido. Posiblemente, ninguno de ellos sabe que en ese determinado proceso se genera una nube de sílice que envenena los pulmones del operario en cuestión.
Las organizaciones convocantes de la iniciativa 'No al sandblasting' aseguran que 46 trabajadores han fallecido ya, víctimas de la fatal silicosis, y los afectados, probablemente, alcancen los 3.500 en un colectivo que ronda los 10.000 empleados. El reverso inhumano de la deslocalización industrial parece ejemplificarse en este caso. El empleo de arena había sido prohibido en Europa en 1966, pero siguió practicándose en los centros de producción que sustituyeron a las fábricas del Viejo Continente, favorecidos por una legislación más laxa al respecto.
La dificultad para relacionar la patología presentada por los enfermos y su origen real parece ser la causa de que en el país otomano el problema sanitario no se haya atajado a tiempo. En una primera fase, los bajones físicos se achacaban a una hipotética tuberculosis, hasta que se comprobó que el efecto de seis meses de exposición a la tóxica técnica podía equipararse a veinte años de trabajo en una mina, según han afirmado los portavoces de la denuncia.
Varios trabajadores han dado a conocer su situación, también reveladora de las peores lacras del sector textil. Procedentes del medio rural, muchos han llevado a cabo su labor durante seis días a la semana en turnos de doce horas sin ningún tipo de protección o amparados con máscaras de papel que se han revelado completamente ineficaces. La inexistencia de un seguro médico e, incluso, la falta de identidad jurídica de los presuntos culpables complican aún más el futuro de los implicados.
En talleres clandestinos
La prohibición del procedimiento por el Ministerio de Salud turco, medida tomada en 2009, ha mitigado su impacto, pero no completamente, ya que se ha mantenido su ejercicio en talleres clandestinos de efímera vida y gran movilidad física. Además, la deslocalización es un fenómeno gradual que muta en función de intereses económicos y obstáculos normativos. En los últimos años, la industria textil turca ha primado la confección de prendas sobre la producción de tejido en aras de obtener mayor valor añadido, lo que la ha convertido en exportadora e importadora de 'denim' elaborado en India, Pakistán y Bangladesh. La Campaña Ropa Limpia apela a las firmas que se favorecen de esta cadena de subcontratas con escalas en medio mundo, y a los consumidores para evitar que, una vez más, el 'sandblasting' siga diseminando su polvo letal. Según sus promotores, su idoneidad radica en el bajo coste que precisa frente a otras técnicas que demandan mayores inversiones. Un camión de arena, el compresor y la manguera son los sencillos requisitos necesarios para ponerla en marcha en cualquier modesta factoría.
La labor coordinada en quince países europeos ha permitido acceder a las grandes firmas, aquellas que, en última instancia, reciben la mercancía generada por esta gigantesca pirámide sustentada en las subcontratas. Hoy, apenas quedan factorías en Occidente que fabriquen ropa vaquera. Levi Strauss, que ha fomentado la identidad estadounidense, ampliamente sustentada en los jeans vendidos por la mítica firma, cerró en 2004 sus últimas naves y las trasladó a emplazamientos sudamericanos y asiáticos donde la producción resulta mucho más asequible. Los pantalones de la española Lois, entidad no menos característica del vaquero patrio, se dejaron de fabricar en 2008 y la guipuzcoana Tavex, instalada en Marruecos, anunció el pasado mes de noviembre la clausura de su planta en Bergara.
Según explican, algunas de las empresas interpeladas han sido remisas a proporcionar su relación completa de proveedores, aduciendo el riesgo de ser captados por empresas rivales, aunque la mayoría ha colaborado en este intento de erradicar definitivamente este proceso de fabricación. Los convocantes han explicado que compañías como H&M o C&A han reconocido haberse beneficiado del chorro de arena en alguna de las fases de la cadena, pero han manifestado públicamente su rechazo y la prohibición expresa de su ejercicio, una voluntad a la que también se ha adherido el grupo Inditex, poseedor de formatos comerciales como Zara o Bershka. Ahora, la intención de la campaña Ropa Limpia, coordinada en España por la ONG Setem, es poner en marcha mecanismos que comprueben la veracidad de estas declaraciones de intenciones.
Los que se han negado
La negativa de Armani, Pepe Jeans y Diesel a reunirse con las organizaciones convocantes ha llevado a la plataforma a denunciar su connivencia con quienes aún la mantienen en activo. A su juicio, la convocatoria de un concierto con el grupo turco Bandista, comprometido en esta causa, y el anuncio de un envío masivo de cartas y correos electrónicos a sus responsables aparecen como un mecanismo de presión al que, necesariamente, se ha de sumar la sensibilización del comprador final. «No podemos poner la fidelidad a la moda sobre la salud de los trabajadores», aducen.
Curiosamente, pocos problemas del mundo cuentan con una responsabilidad tan compartida. Los cinco mil millones de vaqueros, chaquetas y demás productos que se adquieren anualmente evidencian que, siquiera por una vez, la solución depende de ricos, pobres, tradicionales y modernos, tipos solitarios y fieles miembros de tribus urbanas, en suma, de individuos que viven tanto al norte como al sur de un planeta que se mueve embutido en tejanos. 
 
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jueves, 19 de julio de 2012

LOS MEJORES CONSEJOS PARA DAR EN LA DIANA DE LA ANTIGUA CONSTANTINOPLA Entrar con buen pie en Estambul


Estambul no es capital de Turquía pero sí su ciudad más poblada. Es además una urbe fronteriza, pero entre continentes, lo que ha originado una larga historia de conflictos, ubicados como están sus habitantes en el incierto límite entre dos mundos. Y también es un destino turístico que visitan viajeros de todo el mundo. Para aquellos que la pisan por primera vez, quizá no sea mala idea tener alguna información previa para no despistarse en la avalancha de vida y belleza de las calles estambulíes.

Una vez se aterriza en el aeropuerto internacional Kemal Mustafa Atatürk de Estambul, lo primero que se debe hacer es formalizar el visado. Nada más atravesar las puertas de salida, veremos las taquillas donde se encuentra la policía para el control de pasaportes. Aquí se paga el visado, que cuesta unos diez euros, aunque conviene informarse antes del viaje por si el precio ha cambiado. Se supone que con él puedes volver a entrar en el país en los tres meses siguientes. Una de las primeras sorpresas que mucha gente se lleva al llegar al aeropuerto de Estambul es comprobar que es exactamente igual al de cualquier capital europea. Primer mito derrumbado.

La siguiente operación importante es cambiar la hora. Turquía tiene un huso horario de GMT más dos, o sea, una hora más que la mayoría del continente europeo. En el aeropuerto también se puede cambiar el dinero, y es recomendable, porque ofrecen un cambio razonable. Yo saqué directamente del cajero y la verdad, no sé qué me cobraron... Ah, las liras turcas, parecen de juguete. Pero hay que llevarlas, porque a menudo tratarán de cobrar cambiando una lira por un euro, cuando la divisa turca suele andar por los 60 céntimos de nuestra moneda. Conviene siempre estar al tanto del cambio actualizado, ojo.
Para desplazaros, sobre todo para pasar del lado europeo al asiático, los taxis son muy baratos si sois varios, aunque hay que preguntar antes cuánto será el viaje, más o menos, y andar listo con el cambio. El tráfico, lo mejor es ignorarlo. Es infernal, no paran de pitarse y darse golpes, y ni se paran a ver qué le han hecho al coche.
LLUVIA DE CONSEJOS A TIEMPO
En las mezquitas no es necesario entrar con la cabeza tapada, aunque sí hay que descalzarse. Cada cierto tiempo se oyen las llamadas a la oración. No es momento para las visitas turísticas. Es bonito ver a ejecutivos, policías y gente de todo tipo arrodillada incluso fuera de las mezquitas, porque cuando están repletas colocan alfombras en sus inmediaciones para los rezos.
Aunque conviene tener precaución con lo que se come y se bebe para prevenir problemas estomacales, sí es seguro el 'Elma Cayi', un té de manzana que ofrecen en muchas tiendas, incluso en las del Gran Bazar. Para mi gusto resulta un poco dulzón, pero la verdad es que te entona el cuerpo, sobre todo si hace frío.
Y ahora, para terminar, una batería de recomendaciones breves, de cosecha propia. Una palabra importante es caddesi o cad, que quiere decir calle. Los dulces son riquísimos, de enorme calidad. No ocurre lo mismo con los perfumes de imitación, que no pasan de ser agua con un poco de esencia. Guiri quiere decir salida y una última cuestión: los turcos son guapísimos y tienen los ojos muy azules. Dicho queda. De la Pasión Turca hablamos otro día...