lunes, 27 de julio de 2009

Turquía, sin malos humos LOS TURCOS SIGUEN EL CAMINO DE OTROS PAÍSES EUROPEOS

La restrictiva ley antitabaco amenaza la supervivencia de los tradicionales cafés y salones de ‘narguile’

• El Gobierno pretende proyectar una imagen más moderna
ANDRÉS MOURENZA
ESTAMBUL
Cuando, hace dos años, Simone Rosa entró por primera vez en el Gran Bazar y vio la nube de humo que se alzaba sobre el gentío, exclamó: «¡Pues es cierto que esta gente fuma como un turco!» Esta expresión, común en varios países europeos, está a punto de desaparecer con la restrictiva ley antitabaco que entró en vigor hace una semana.
Al Gran Bazar le llegó su hora el pasado año, con la primera fase de la ley –prohibición del tabaco en lugares de trabajo, transportes públicos y centros comerciales– y el pasado domingo le tocó el turno a los bares, restaurantes y cafeterías: a partir de ahora está prohibido fumar en todos estos recintos e incluso en las terrazas bajo ciertos tipos de sombrillas y toldos será imposible hacer uso del tabaco so pena de ser multado con 32 euros los fumadores y entre 260 y 2.600 euros los locales que lo permitan.
Ahorro en sanidad
Y es que el Gobierno turco se ha tomado muy a pecho la eliminación del humo, no solo por el ahorro que supondrá para la sanidad pública (en Turquía mueren 110.000 personas al año a causa del tabaco, por lo que se calcula que dejarán de gastarse unos 2.000 millones de euros) sino también por su intención de proyectar una imagen de Turquía más moderna y europea. «Los turistas ven nuestros restaurantes llenos de humo y se largan. No creo que se deba fumar en los sitios donde se come; de hecho los fumadores son los que más tiempo ocupan las mesas», declaró un restaurador turco al diario Radikal.
Cumplimiento a rajatabla
Aunque parezca una tarea titánica en un país donde fuman una de cada tres personas y se consumen casi 300 millones de cigarrillos al día, la ley fue cumplida a rajatabla en prácticamente la totalidad del país, explicó a este diario el doctor Toker Ergüder, de la Oficina Nacional de Control del Tabaco. Turquía ha dejado para siempre los malos humos.
Sin embargo, no todos son tan optimistas. La mañana del domingo, los tradicionales cafés –lugares donde jubilados y desempleados se juntan para jugar, charlar y fumar– amanecieron desiertos. Solo algunos consiguieron mantener a la clientela colocando las mesas en el exterior. Un día antes, Hakan, se despedía del tabaco en su café habitual y, con cierta pena, acariciaba con una mano el cigarrillo y con otra el vaso de té: «El té y el tabaco son como la mujer y el hombre, no se pueden separar así como así». A su lado, Suleyman, el camarero del local, se mostraba más tranquilo: «La gente se acostumbrará».
En ciertos restaurantes también se ha notado el efecto antitabaco. El lunes, Hasan observaba cómo pasaban de largo los clientes de su habitualmente repleta casa de comidas del barrio de oficinas de Karaköy. «Se van todos a los restaurantes con terraza, donde sí pueden fumar».
Pero quienes ven el futuro más negro son los propietarios de los salones de narguile, la pipa de agua típica de Oriente Próximo. «Nosotros no somos un restaurante, solo comercializamos el narguile. ¿De qué vamos a vivir ahora?», se pregunta Ahmet. «Por el momento, podemos sobrevivir con los narguiles en las terrazas, pero cuando llegue el invierno no sé qué sucederá», añade. Mientras tanto, en su local han comenzado a colgar carteles de un nuevo tipo de narguiles que funcionan solo con hierbas naturales y, supuestamente, no son dañinos para salud. Fumarse un narguile de tabaco equivale a la exposición a unos 100 cigarrillos.
En los bares, la situación es diferente porque nadie duda de que la gente continuará viniendo a estos lugares a divertirse. Eso sí, se está produciendo un cambio: la gente ha comenzado a preferir aquellos que tienen una salida cercana a la calle para poder salir a fumar.
Desconfianza
Al principio, los fumadores laicos, porque también en esto hay divisiones, fueron quienes más desconfiaron de la ley antitabaco y sostuvieron que era un intento del Gobierno islamista moderado para restringir el uso del alcohol (sic), porque no se puede beber raki (el anisado nacional) sin fumarse un cigarrillo; pero la realidad es que, según las encuestas, el 90% de los turcos, incluidos los fumadores, apoyan las medidas antitabaco. En la lejana población de Hasankeyif, un anciano kurdo da profundas caladas a su cigarrillo en un pequeño jardín: «Desde que lo han prohibido, hasta sabe mejor».

sábado, 25 de julio de 2009

Estambul en tres días

PALOMA GIL

Esta vez vamos a emprender el viaje por un país no muy lejano, pero muy fascinante. La puerta de Europa a Asia, a los sultanes, a las mezquitas, a las alfombras voladoras, a Turquía. Y conoceremos en 3 intensos días la ciudad que vive dividida entre dos continentes: Estambul.
Primer día

El tema de los transportes es necesario tratarlo a parte, pero hoy cogeremos el tranvía 1 (TR1, línea azul oscuro), para empezar desde Sultanahmet, el centro de la ciudad vieja.

Lo primero que vamos a conocer es Santa Sofía. Una mezquita, una iglesia bizantina, un santuario y, ahora: un museo. Su nombre quiere decir Sabiduría Sagrada. Lo más llamativo son los fondos caligráficos, es la seña de identidad del edifico. Cierra los lunes y la entrada cuesta 15 libras turcas (LT), unos 7 euros al cambio. Justo enfrente está la mezquita azul, una maravilla en todos los sentidos y además es gratis. Debe su nombre a los azulejos que la adornan y puede presumir de ser la única en el mundo que cuenta con 6 minaretes. Cuenta la leyenda que el Sultán Ahmet I le pidió a su arquitecto, en tiempos de crisis, que construyera los minaretes de oro puro (en turco, altin) y el arquitecto previó problemas, con lo que solucionó el dilema construyendo seis (alti) minaretes y luego se disculpó diciendo que le habría entendido mal. Este edificio es una auténtica preciosidad.

Iremos dando la vuelta a la mezquita para visitar otros lugares de interés y terminaremos casi en el mismo sitio. Lo siguiente es la cisterna de Yerebatan (10LT, 4,66 euros), la más grande de las 60 cisternas que se construyeron en Estambul en la época bizantina, del 532. Tiene 336 columnas, en 12 hileras de 28 columnas, con 4 metros de separación y 8 metros de altura, es decir, unos 80.000 metros cúbicos de agua para ese barrio. No olvidéis buscar las dos cabezas de Medusa. En la misma placita están los baños de Roxelana, nombre de la esposa de Solimán el Magnífico. Eran baños imperiales reservados para cuando Santa Sofía era utilizada de mezquita, con separación para hombres y mujeres.

A la derecha de la mezquita azul está el Hipódromo, construido en el siglo III por el emperador Severo. Constantino lo amplió para dar cabida a 100.000 espectadores y lo adornó con columnas, de las que hoy quedan la columna de cantería, con forma de obelisco, se compone de piedras sin tallar y debió de estar cubierta de placas de bronce con inscripciones de oro. La columna serpentina, porque debieron ser 3 serpientes de bronce, enroscadas, cuyas cabezas sostenían una olla de oro, aunque sólo queda una cabeza de las serpientes y está en el museo arqueológico. Fue traída desde Delfos en el siglo V. La otra columna que se conserva es el famoso obelisco egipcio, que es el monumento más antiguo de Estambul, tallado por orden del faraón Tutmosis III, fue traído realmente desde Egipto. Actualmente está roto y sólo se aprecia la tercera parte de su tamaño original.

Si continuamos rodeando la mezquita azul encontraremos varios museos, aunque no hay tiempo suficiente para ellos. Un par de calles por detrás hay otra mezquita, la de Sokollu Mehmet Pasha, situada en una cuesta bastante escarpada, lo que el arquitecto suplió con un patio de dos pisos, el primero, ahora destruido, eran tiendas, el segundo, un patio abierto, rodeado de columnas que es lo que merece la pena visitar.

Volviendo a nuestro recorrido, en la parte izquierda de la mezquita azul está la fuente alemana, de estilo neobizantino, es octogonal y está abovedada. Fue construida en 1900 por el gobierno alemán con motivo de la visita del emperador Guillermo II en 1898. Y un poquito más allá encontramos la fuente de Ahmet III, de estilo rococó turco, demasiado recargada quizá, pero de alguna manera es hermosa. Tiene cinco pequeñas cúpulas, nichos en forma de mihrab y relieves florales abigarrados. Las fuentes otomanas son muy curiosas, así que no os la perdáis.

Para comer recomiendo subir hasta la plaza de Çemberlitash , ahí se encuentra la columna quemada, hay muchas tiendas y los restaurantes son típicos y no demasiado caros, pero no os desviéis y os vayáis al Gran Bazar antes de tiempo. Tras la comida, es el momento de cruzar las murallas marítimas para encontrar la Iglesia de Santa Irene, actualmente un museo. Es del siglo VI y es un edificio único porque cuenta con 3 peculiaridades: el synthronon (cinco hileras de asientos encajadas en el ábside), una cruz negra sobre oro de mosaicos iconoclastas y un patio con sarcófagos de duro y rojizo pórfido, donde se enterró a los emperadores bizantinos.

Desde aquí podemos entrar en el fabuloso palacio de Topkapi. La entrada es cara, pero es mejor pagar por ver el recinto completo o dentro llegarán los arrepentimientos (36 LT, 16,8 euros y cierran los martes). El palacio fue construido por Mehmet II en varios pabellones. Esta visita no puede llevarnos más de 3 horas, así que volvemos a salir por la puerta que entramos y llegaremos a la Sogukçesme Sakgi, una callecita empinada flanqueada por típicas casitas de madera y subimos hasta la calle Divanyolu. Aquí llegamos a la cisterna de las 1.001 columnas, del siglo IV. En realidad sólo tiene 264 columnas de mármol, no es lo más bonito y está un poco abandonada.

Continuando por la misma calle llegamos a la tumba del sultán Mahmut II, un mausoleo octogonal del siglo XIX. Y un poco más allá, la columna de Constantino, construida en el 330 por la consagración de la nueva capital de Bizancio. En tiempos sostuvo la estatua del emperador y cuenta la leyenda que en su base se guarda un frasco de aceite de perfumado de María Magdalena y algunos panes con los que Jesús alimentó a la multitud.

Siguiendo esta misma calle volvemos a la plaza de Çemberlitash y un poco más arriba está el famoso Gran Bazar, fundado por Mehmet II, donde pasaremos el resto del día. Y en cuyos alrededores también se puede cenar. Felices compras.
Segundo día

Hoy comenzaremos donde lo dejamos ayer. En esa misma calle, a unos pocos pasos, está la playa de Beyazit, donde se encuentran la torre y la mezquita que reciben el mismo nombre. Es la zona más animada del casco antiguo y su mezquita es la más antigua de Estambul. En la parte norte de la plaza está la puerta árabe, que da acceso a la Universidad de Estambul. Y a la derecha está la maravillosa mezquita imperial de Süleymaniye. La mezquita de Suleyman, donde está enterrado el sultán, para mi gusto la más bonita de la ciudad. Era, además de un lugar de culto, un recinto de caridad, por eso está rodeada de un hospital, una cocina de caridad, las escuelas, un caravasar, es decir, un refugio para las caravanas y una casa de baños.

Volviendo a la puerta árabe, por la calle S. Basi-Vezneciler, prácticamente nos encontramos a la derecha, con el acueducto de Bozdogan, también conocido como acueducto Valente, ordenado construir por Constantino el grande y terminado por el emperador bizantino Valente en 368, traía el agua desde el Bosque de Belgrado.

Sigamos subiendo por la misma calle Macar Kardesler y nos daremos de frente con la mezquita imperial de Fatih o mezquita del conquistador Memeht II, que representó un gran avance en la arquitectura turca clásica, aunque personalmente creo que no es la mejor de la ciudad. Regresemos sobre nuestros pasos, hasta el acueducto y sigamos calle arriba, hasta la mezquita de Zeyrek o el monasterio del Pantocrátor. En realidad es un edificio bastante complejo, yo diría que es más un monasterio, aunque después fue utilizado de mezquita con madrasa incluida, construido en el siglo XII, está compuesto por dos iglesias, una capilla y el monasterio en sí. Atención a las vidrieras y los mosaicos del suelo.

Sigamos subiendo por esa calle, Bulvari, hasta cruzar el Puente de Ataturk, el cuarto más largo de Europa y el séptimo del mundo. Giramos a la izquierda en la calle Tersane y volvemos a girar a la izquierda en la tercera calle, para encontrarnos con la Iglesia de San Pedro y San Pablo que, como mínimo, es peculiar. Al parecer los dominicos fueron expulsados de su iglesia original, cuando ésta se convirtió en mezquita. Se trasladaron a ésta, la fachada principal no podía dar a la calle, por la ley otomana, así que hay que acceder por un patio y una puerta lateral, en el interior hay 4 altares, pero lo mejor es la cúpula azul con estrellas doradas. Y si seguimos subiendo llegamos a la Torre Gálata, que se ve casi desde cualquier punto de Estambul. Tiene 61 metros de alto y se construyó sobre la colina Gálata, con lo que ofrece una panorámica de lujo, tras pagar el precio de 8LT (3,74 uros) y de subir 143 escalones, aunque también hay ascensor. Fue reconstruida por El Genovés en 1348, sobre una torreta del siglo V. La llamaron la Torre de Cristo por tratarse de una atalaya defensiva. Los otomanos la utilizaron de almacén naval y de cárcel, después fue un observatorio y finalmente torre de vigilancia para los incendios. Su dominio sobre el Bósforo, nos permite la mejor vista del Mar de Mármara y del entrañable Cuerno de Oro.

Cerca del Monasterio de Mevlevi se coge el Tranvía de la nostalgia hasta el barrio de Taksim, uno de los más concurridos, sobre todo por la noche. Aquí comemos.

Después podemos volver sobre nuestros pasos en el mismo tranvía o caminar por la calle Siraselviler hacia abajo. Es un buen tramo, pero en el medio encontraréis Çukurcuma, la zona histórica de Beyoglu (la moderna es Taksim), repleto de pequeñas tiendas en las que se puede encontrar de todo, especialmente gangas. Al final de la calle, está la mezquita de Kiliç Alí Pasha, inspirada en Santa Sofía, data de 1580. La historia es divertida, al parece Kiliç fue capturado por piratas musulmanes que lo convirtieron al islamismo, así que entró a servir a Solimán el Magnífico; fue comandante de la marina para 3 sultanes diferentes y finalmente, pidió a Murat III un lugar para construir una mezquita. El sultán respondió que sería “en los dominios de un almirante: el mar”, así que Kiliç le pidió parte del Bósforo y lo hizo allí.

De nuevo seguimos bajando, por la calle Necatobey, casi hasta el puente, donde se encuentra la mezquita de Yeralti y desde allí cruzamos el puente Gálata, que es el más antiguo del Cuerno de Oro hasta llegar a la mezquita nueva, la Yeni Cami. Su edificación duró 66 años, por falta de financiación. Cuando comenzaron las obras, el mar llegaba hasta la plataforma sobre la que se sitúa la mezquita. Es la última que se construyó durante la época clásica otomana y lo mejor son las vidrieras y la marquetería de puertas y ventanas.

Al salir hay que bordear el parque y seguir la calle hasta llegar a la Yeni Postane. Hacia la derecha podemos ver otra mezquita importante, la de Rüstem Pasha. Al parecer, fue uno de los dos visires más importantes de Solimán, mandó construir la mezquita en el barrio de Tahtakale, dentro del bazar de ferreterías, un lugar poco apropiado, por eso Sinan, el arquitecto, decidió construirla sobre una plataforma de tiendas. Todo el interior y una parte del exterior del edificio, están recubiertos con los azulejos más valiosos de la época.

De nuevo bajamos, en la dirección inversa a la que veníamos, hasta el Gran Bazar Egipcio o de las especias. Fue construido en 1660 para financiar la mezquita nueva y actualmente tiene 97 tiendas. Dentro se pueden comprar no sólo especias, sino perfumes o alimentos típicos. Y, desde luego, hay que visitar también el mercado de las flores y el de los pájaros, que están en el patio exterior del mercado. A pesar de su aspecto exterior, hay que entrar.

Por último, unos metros más abajo, está la estación de Sirkeci, construida para recibir al mítico Orient Express. Tiene un aire nostálgico y desde aquí podemos viajar de nuevo hasta Taksim para cenar y pasar el resto de la noche dando un paseo.
Tercer día

El día de hoy lo vamos a aprovechar para cruzar el Bósforo, a la parte asiática. Así que lo mejor es empezar donde nos quedamos ayer, en la orilla del lado derecho del puente Gálata, desde donde salen infinidad de barcos: autobuses marinos, transbordadores normales, transbordadores de coches y motoras. Nosotros vamos a coger un transbordador normal que nos lleve hasta Üsküdar. Por el camino veremos la famosa torre de Leandro (Kizkulesi), construida por primera vez en el siglo XII y reconstruida en el siglo XVIII, es uno de los símbolos de la ciudad.

Usküdar es uno de los barrios más antiguos de la parte asiática, lleno de callecitas laberínticas en los alrededores de la zona monumental, que es la plaza del muelle. Una vez en allí, a la izquierda está la mezquita Iskele, la de la sultana Mihrimah, hija de Solimán. Es uno de los famosos külliyes de las sultanas en esa zona (una especie de instituciones de caridad turcas).

En el sentido opuesto de la plaza hay otras dos mezquitas interesantes: la de Yeni Valide, otro külliye, construido por el sultán Ahmet III, en honor a su madre, la Valida del sultán, Gülnus Immetullah Atún, uno de los últimos ejemplos de construcción que siguió el más puro estilo otomano. Lo más destacado es la cúpula. Incluía un imaret (comedor público), una escuela infantil, un mercado y una fuente de abluciones. Además, de camino a la plaza de Usküdar, está el mausoleo de Gülnus sultana. La otra mezquita es la de Semsi Ahmet Pacha, también conocida como Kuskonmaz Cami, en turco, otro de los visires de Solimán. Tiene 12 aulas que, actualmente, se emplean de biblioteca.

Volvemos al barco. El puerto para la vuelta es Kabatas. Desde allí sólo hay que subir la calle Meclisi Mebusan hasta el palacio de Dolmabahçe (cierra lunes y jueves y cuesta 16LT, 7,54 euros), construido a mediados del XIX por el sultán Abdülmecit I. La fachada del palacio se extiende a lo largo de 600 metros, a la orilla del Bósforo, es uno de los palacios más impresionantes de Estambul, la sala de recepción tiene 56 columnas y la lámpara de araña es inmensa, pesa 4 toneladas y media y lleva 750 bombillas, fue traída de Inglaterra y se dice que es la más pesada del mundo. En la actualidad sólo se puede entrar con visitas guiadas y hay dos recorridos: los recintos reservados a los hombres (Selamlik), las estancias oficiales y el salón de ceremonias; y la otra es el harén, las estancias privadas del sultán y su séquito. No podría elegir.

Justo al lado tenemos la mezquita Dolmabahçe, muy original, pues los alminares son columnas corintias y la luz entra a través de enormes ventanales en arco. El interior está decorado con mármol, atención al trampantojo, es decir, una ilusión óptica. A la derecha del palacio hay dos museos, el naval y el de Bellas Artes. Y subiendo por el bulevar Barbaros está el palacio Yildiz (cerrado lunes y jueves), que en realidad es un complejo de palacetes y jardines. Se pueden visitar los apartamentos estatales y varios pabellones, además de la mezquita. Son las mejores vistas panorámicas del Bósforo.

A partir de este punto, daremos dos opciones para la tarde. Por un lado, los que quieran relajarse a tope, pueden volver al barrio de Sultanhamet y buscar un buen baño turco, un hamam, donde serán bañados y masajeados a conciencia hasta hacer desaparecer cualquier pequeño atisbo de estrés. El resto, deberá tomar un transporte hasta el barrio de Ortaköy, desde el que se puede observar el Puente del Bósforo, que es cuarto más largo de Europa y el séptimo del mundo, conecta la parte asiática de la ciudad, con la europea y cruzarlo es todo un acontecimiento. Al otro lado está el Palacio de Beylerbeyi, un palacio del siglo XIX, construido por el sultán Abdülaziz, en mármol blanco y con unos jardines muy reputados.

Lo interesante de Ortaköy se debe a que es un barrio bohemio, de callejuelas estrechas, en las que se agolpan las tiendas de antigüedades, de souvenirs, los bares y restaurantes con terracitas a orillas del Bósforo. Aquí se pueden hacer las últimas compras de rigor y aquí es dónde se termina el viaje.
A tener en cuenta

Viajar en taxi es cómodo y relativamente barato, pero siempre hay que negociar la tarifa antes de arrancar o el precio no será nada barato. Los taxímetros son un mero adorno.

El café turco es una auténtica maravilla, pero sólo se bebe la mitad de la taza, el resto son posos aunque no lo parezcan. El té turco no tiene fama, pero es incluso mejor que el propio café. Y el agua, siempre embotellada.

Comprar en Estambul significa entre otras cosas regatear con habilidad. Los vendedores suelen hablar español o cualquier otra lengua y dialecto mundial con tal de vender. No dejéis que os acosen.

Los baños turcos son radicalmente diferentes a cualquier variedad de spa que hayáis conocido.

Para viajar a Turquía es necesario, además del DNI o el Pasaporte, un visado, que se puede conseguir en el propio aeropuerto, con valor para 3 meses, por un total de 15 euros.

Señoras y señoritas, en Estambul, para entrar en las mezquitas, nos tapan la cabeza, así que no olvidéis llevar siempre un pañuelo en el bolso.
Cómo llegar

Por aire. Todas las compañías aéreas europeas tienen alguna conexión de vuelo con Turquía. Desde el aeropuerto de Ataturk, en Estambul, es fácil llegar a la ciudad en taxi.

Por tierra. Si deseas acercarte a Turquía en automóvil, ten en cuenta que tendrás que atravesar países que no se encuentran dentro de la UE, con lo que deberás consultar sus legislaciones de tráfico. Existen dos itinerarios básicos: Francia (Niza), Italia (Génova-Venecia), ex -Yugoslavia (Belgrado), Bulgaria y Turquía (Estambul). O el mismo itinerario y en Venecia tomar un transbordador hasta Estambul. Los ciudadanos de la UE pueden conducir en Turquía con sus permisos nacionales durante tres meses. La ciudad turca mantiene conexiones ferroviarias diarias con varias capitales europeas, como Munich o Atenas.

Por mar. Aparte de los cuantiosos cruceros que existen por el Mediterráneo, varias compañías, tanto turcas como extranjeras, tienen servicios regulares con Estambul.

http://www.revista80dias.es/articulos/2009/07/estambul-en-tres-dias.html

jueves, 16 de julio de 2009

Turquía, principal productor mundial, reestructurará el sector de la avellanera

El Gobierno turco presentó esta semana un plan de reestructuración del sector avellanero que podría tener consecuencias en sus principales competidores, entre ellos Cataluña.

Turquía es actualmente el principal productor de avellanas del mundo con una cuota del 79 por ciento del mercado el pasado año (incluyendo cosecha y reservas sacadas a venta), seguido de Italia con el 11 por ciento.

España (y especialmente Tarragona) y Estados Unidos comparten el tercer puesto, con aproximadamente el 2,5 por ciento de la producción.

Según el plan Revolución en la agricultura presentado por el ejecutivo de Ankara, la producción de avellana turca será restringida y el estado dejará de comprar la producción a los agricultores, un método utilizado para subvencionar el sector.

Además, la oficina estatal de Productos Agrícolas (TMO) no pondrá a la venta las 535.000 toneladas de sus reservas.

Los sindicatos de agricultores de Cataluña, donde se concentra la práctica totalidad de la producción avellanera española, han criticado en numerosas ocasiones el dumping (competencia desleal) a los precios ejercido por Turquía a través de sus excedentes y han demandado que la UE exija al país euroasiático la destrucción de sus reservas de avellana.

El ministro turco de Agricultura, Mehdi Eker, explicó ayer que el nuevo plan comenzará a aplicarse a partir del año que viene y que todos los cultivos sin certificado del Ministerio deberán ser transformados en cultivos alternativos, para lo que el gobierno prevé diferentes ayudas.

Más de dos millones de personas en Turquía viven del cultivo de la avellana, cuyos terrenos ocupan 642.000 hectáreas, principalmente en la región del mar Negro.

Debido a la política de anteriores gobiernos de subvencionar la compra de las avellanas a precios ventajosos, los terrenos dedicados a este fruto seco han incrementado año tras año.

Algunos agricultores turcos han expresado su apoyo al plan del gobierno, pero según otros, la reestructuración del sector dañará la economía de miles de familias.

Mientras Turquía es el país líder en la exportación de avellanas, otros países exportadores (Italia y España) deben comprar a Turquía importantes cantidades de este fruto seco para colmar las necesidades de las diversas industrias de transformación que utilizan la avellana y que optan por el producto turco, más barato.

El dilema de turquia

La UE mantendrá su reserva cultural y política mientras el país no separe el Estado y las mezquitas.
Las negociaciones entre Turquía y la Unión Europea (UE), en vez de avanzar, están completamente estancadas, hasta el punto de que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, de visita en Bruselas, se quejó amargamente del trato que recibe su país y vituperó el populismo erróneoO que proliferó en la campaña para las elecciones del Parlamento Europeo, cuando varios partidos del centroderecha censuraron con estridencia tanto la lentitud en las reformas del Gobierno de Ankara como su proclividad islamista. Un verdadero círculo vicioso y un dilema irresuelto entre los europeos críticos y los turcos que frenan las reformas.

La adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE), a la que está vinculada por un tratado de asociación desde 1963, tropieza en el interior con la oposición nacionalista, pero, sobre todo, con la tensión entre los sectores laicos, herederos del kemalismo, y los islamistas del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), dirigido por Erdogan, en el poder desde el 2002.

EL RECHAZOdel reconocimiento de Chipre, cuya parte norte está ocupada por el Ejército turco; la presión migratoria, la reforma de la Constitución para asumir el acervo comunitario, el poder militar y el estatuto personal de la minoría kurda son problemas que a veces enmascaran el meollo de la cuestión: la arriesgada acogida de un Estado crecientemente islámico, culturalmente antagónico, subdesarrollado, de democracia problemática, demografía galopante y 80 millones de habitantes.

La controversia entre el Gobierno y los kemalistas en el Ejército y la sociedad civil se retroalimenta con dos sutiles teorías de la conspiración. Si el primero ordena la detención de universitarios, periodistas o militares supuestamente implicados en la trama conocida como Ergenekon para derrocar al AKP, los segundos consideran que el sumario es un acto de intimidación que forma parte de la agenda secreta del primer ministro para acabar con la Turquía secularO e imponer las leyes y costumbres islámicas en la vida pública.

DESDE HACEdos años, los laicistas replican a las acciones del Gobierno con manifestaciones de protesta en Estambul y Ankara, las dos urbes donde se concentran los funcionarios y la burguesía mercantil, defensores del secularismo, frente a los sectores islamistas que imperan en la inmensidad rural. Esas dos Turquías aparecen ante cualquier visitante.

Los liberales occidentalizados, con el diario Hurriyet (y su versión inglesa) a la cabeza, se alarman por los avances del islamismo en los círculos del poder, pero los imanes que atruenan el espacio con sus altavoces en los minaretes deploran la escasa afluencia de jóvenes a la mezquita.

Otras fallas sacuden los cimientos de la sociedad turca. El nacionalismo, agresivo, acusa a Orhan Pamuk, premio Nobel, que se sienta de nuevo en el banquillo, de insultos a la nación turcaO por haber declarado a un periódico suizo: Matamos a un millón de armenios y a 30.000 kurdos, pero nadie en Turquía tiene el coraje de decirloO.

Los mismos nacionalistas o kemalistas dogmáticos que aún idealizan el Estado autoritario y xenófobo de Ataturk o desean imponer el secularismo con parecidos métodos autoritarios a los que emplean los islamistas, pero que también se agarran al libro de Walter Laqueur Los últimos días de Europa para insistir en el sombrío e impredecible futuro del continente.

LOS PROBLEMASkurdo y armenio siguen candentes y coartan las aspiraciones europeas. La maltratada minoría kurda (unos 15 millones, el 20 por ciento de la población total) está muy lejos de haber recuperado sus derechos políticos y culturales, como exige la Unión Europea (criterios de Copenhague), una cuestión vidriosa que precisa una reforma constitucional inviable por mor de la aritmética parlamentaria.

Ankara sigue sin reconocer el genocidio de los armenios, la deportación forzosa y el exterminio de más de un millón de cristianos durante el Gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano (1915-1917), un asunto que incluso enfrenta al primer ministro Erdogan con el más moderado presidente de la República, Abdulá Gül.

LA POLITICAexterior no ayuda a colmar la brecha entre Europa y Turquía. Erdogan ha suplantado la tradicional diplomacia de fidelidad a la OTAN y amistad con Estados Unidos(EEUU) e Israel por un panislamismo militante, que mira más a Teherán que a Washington, y que incluye el apoyo tanto a Hamás e Hizbulá como a los gobiernos islamistas de Sudán o Qatar.

Las élites surgidas del kemalismo, educadas en universidades laicas de tipo occidental, han sido sustituidas por otra procedente de las escuelas coránicas. El viejo sueño de una Turquía secular y europeizada, presente en las lucubraciones sobre el choque de civilizaciones, se halla así en franco retroceso.

ANTE ESATurquía desgarrada y en transición, no se sabe muy bien si hacia el islamismo riguroso o la europeización desde arriba, los países de la Unión Europea están divididos, aunque parece abrirse paso la idea de una asociación privilegiadaO, sugerida por la cancillera alemana Angela Merkel y secundada por el presidente francés Nicolas Sarkozy, que permitiría compartir los intereses económicos y promover el desarrollo, pero manteniendo la reserva cultural y política hasta que Turquía recorra el abrupto sendero que debe llevar a la emancipación de todos sus ciudadanos, la separación del Estado y la mezquita, el respeto de sus minorías y la consolidación de un marco político homologable.

MATEO Madridejos
*Periodista e historiador.

lunes, 6 de julio de 2009

Alianza por Estambul

Desde hace 20 años, Estambul se ha convertido en un centro económico cosmopolita. La caída de los regímenes de tipo soviético y la revolución iraní han convertido la ciudad que vive con un pie en Occidente y otro en Oriente en lugar abierto para los negocios y el ocio de viejos y nuevos ricos de los países de la antigua URSS, Irán y el mundo árabe. Las terrazas de los restaurantes y los clubes del Bósforo testifican esta transformación. Las clases altas de Estambul comparten estos lugares de diversión con la gente rica de los países del entorno. Naturalmente, esta transformación tiene efectos en la especulación inmobiliaria y el desarrollo creciente de una economía informal, en los márgenes de la legalidad.

Al tiempo que Estambul va adquiriendo esta dimensión de capital global, en sus calles la bandera turca se ha hecho omnipresente. Los edificios públicos y muchos privados se adornan con la media luna y la estrella sobre fondo rojo de la enseña nacional. Me dice Ohran Pamuk que esta exhibición de nacionalismo empezó hace unos cinco años y es estimulada por el Ejército y su entorno con la voluntad de rearme ideológico tanto frente al europeísmo como al islamismo. Es decir, en Estambul coexisten y se confrontan los tres actores del drama político contemporáneo: lo global, lo nacional y lo religioso, o si se prefiere, dinero, política y creencia.

En una ciudad de interconexión, con tantos flujos relacionales con su entorno geográfico, la complejidad es la única perspectiva para interpretar los efectos de una dualidad estructural: modernidad y tradición, laicismo e islamismo, cultura urbana y pervivencias del mundo rural, militarismo y democratización, progreso y decadencia, legalidad y dinero negro, Europa y Asia, Occidente y Oriente. El lugar en que estas contradicciones deberían evolucionar en un futuro es Europa.

Pero desde Estambul se comprende mejor que la incorporación de Turquía a Europa es un proceso extremadamente complicado. Lo es, evidentemente, por la negativa de las dos principales potencias europeas, Francia y Alemania. Por muchas razones, la primera de ellas, el peso de la demografía. Turquía pasaría a ser el primer país europeo en población. Pero no sólo de fuera vienen los obstáculos. Hay en el interior fuerzas muy contrarias a la integración en Europa. Y la principal de ellas es el Ejército.

El Ejército turco, como todo el mundo sabe, es extremadamente poderoso. Garante del laicismo y de los valores republicanos, se sitúa por encima del poder civil y se siente autorizado a desplazar a los Gobiernos con el solo argumento de la violación de las normas básicas de la república. La tensión entre militares y civiles es permanente. Y los rumores de asonadas son pan de cada día, aunque la mayoría de las veces queden en nada. Evidentemente, en las reglas del juego de la UE, que Turquía como cualquier otro miembro tendría que respetar para entrar, es inadmisible que el poder militar se sitúe por encima del poder político, democráticamente elegido. Las normas fundamentales de Turquía deberían cambiar: los militares turcos perderían gran parte del poder y de sus privilegios.

No sólo hay que poner la religión en su sitio para que Turquía pueda entrar en Europa, también los militares deben entrar en el juego democrático. Erdogan sigue llamando a la puerta de Europa, aunque algunos duden de su sinceridad, porque dicen que más allá de las apariencias su partido es islamista, es decir, está totalmente encadenado a la religión. Pero que un partido confesional islámico aceptara plenamente las reglas del juego democráticas tal como rigen en Europa, del mismo modo que lo hizo la democracia cristiana en su día, sería un acontecimiento de tal envergadura para el mundo entero, que es irresponsable que los líderes europeos no empujen a Turquía en esta dirección. Más todavía teniendo en cuenta que la transformación modernizadora que vive una ciudad como Estambul juega absolutamente a favor. Por la noche, en las calles atestadas de gente del entorno de la plaza Taksin es difícil encontrar una sola mujer con velo.

Y puesto que Francia y Alemania han optado por la actitud conservadora y que Italia está como está, es al Reino Unido y a España a los que corresponde tirar de Turquía hacia Europa. Y si la alianza de civilizaciones de Zapatero es algo más que música para bailarines morales al sempiterno estilo de las Naciones Unidas, aquí está la oportunidad de probarlo. Trabajar para incorporar Turquía a Europa sería la mejor manera de demostrar que esta alianza es algo más que una ficción autocomplaciente entre dos gobernantes a la búsqueda de reconocimiento.

Lo último en Turquia, comprar condones por internet

La vergüenza que para muchos turcos supone aún adquirir preservativos en una farmacia se ha convertido en el filón de una empresa de venta de profilácticos a través de internet, que ha logrado vender más de 30.000 unidades en sólo 4 meses.




Los medios turcos informaron sobre el éxito empresarial de los hermanos Cagatay y Koray Isik, que decidieron abrir el negocio tras comprobar que la compra de profilácticos en el país eurasiático es aún un tema tabú para muchos.

Durante 8 meses, los dos hermanos hicieron un seguimiento en distintas farmacias para comprobar los problemas que muchos compatriotas tienen para pedir preservativos. ‘La mayoría se excusan diciendo que son para un amigo o fingen que están hablando por teléfono con alguien que les pide que compre preservativos y dicen en voz alta ‘de acuerdo, te comparé algunos”, explicaron los jóvenes empresarios al diario Hurriyet.

Además, quienes se atreven a adquirirlos en una farmacia, indicaron, suelen comprar al mismo tiempo una gran cantidad de artículos para dar la impresión de que el preservativo no es la verdadera razón de su visita al establecimiento. Desde que su página web empezó a venderlos y distribuirlos a domicilio, hace cuatro meses, unas 30.000 unidades han sido ya vendidas.

Apenas en las primeras semanas, unos 1.500 usuarios se apuntaron al sistema, que garantiza el envío de los profilácticos en un paquete completamente discreto y sin ninguna señal externa de su contenido. Algo, explicaron, que es especialmente apreciado en las zonas rurales, donde todo el mundo se conoce. De hecho, la mayoría de los pedidos llegan de pequeñas localidades, donde pocos se atreven a adquirir abiertamente los condones.

En la mayoría de los casos, los usuarios hacen pedidos de hasta 200 unidades, con lo que se garantizan con un sólo envío las necesidades de condones para todo un año, explicaron los hermanos Isik.

viernes, 3 de julio de 2009

¡Teleconviértete! Polémica en Turquía

Polémica en Turquía por un programa que consiste en convertir a diez ateos

Un programa de la televisión turca pretende ayudar a las cuatro principales religiones buscándoles más fieles, en un momento en el que la fe no pasa por su época de mayor explendor. Islam, cristianismo, judaísmo e hinduismo competirán, a partir de septiembre, para tratar de convertir a diez ateos, un trabajo a priori nada fácil. Las críticas y las protestas de las autoridades religiosas en Turquía no se han hecho esperar. El programa, además, se emitirá en un país con crecientes tensiones entre el Estado laico y el Gobierno de islamistas moderados.

Participarán en el show, cuyo título es Los arrepentidos compiten, un imán, un sacerdote cristiano, un rabino y un gurú hinduista, que tratarán de persuadir a diez ateos para que se conviertan a sus respectivas religiones. El programa concederá como premio a los que se hayan convertido un viaje a los lugares santos de esas confesiones.

Es "una payasada"

Aunque en España los telespectadores están más habituados a telerrealidades como Gran Hermano, Fama, Operación Triunfo y Perdidos en la tribu, la idea no es nueva. Channel 4, en Reino Unido, realizó una experiencia similar que, bajo el título Make Me a Christian pretendía convertir a los participantes en cristianos.

Representantes de las cuatro religiones participantes en el programa turco lo han calificado de "payasada". Ali Bardakoglu, director de Asuntos Religiosos turcos, ha comentado que "es un grave error". "Emplear a un sacerdote como moderador es una gran irresponsabilidad", ha añadido.

El alto cargo ha indicado que "no se permitirá a ningún imán que trabaje con la dirección de Asuntos Religiosos participar en una cosa así". Pese a la negativa reacción de las autoridades religiosas, los organizadores del espacio televisivo han subrayado que el mensaje que pretenden transmitir es que "sólo la fe en Dios puede salvar al mundo".

"Invitamos en este programa a los que han dado la espalda a Dios a que se arrepientan. Apelamos a los ateos a que se arrepientan para encontrar la paz", afirma en un comunicado el canal de televisión sobre el programa en ciernes. Según el profesor universitario Rasit Kaya, "esto también es una humillación para los ateos. Esto no puede tolerarse en un país secular, pero también es un indicador del nivel de comercialización de la televisión".