lunes, 28 de julio de 2008

Inmigración en España



La inmigración en España es, desde la década de los 1990, un fenómeno de gran importancia en la demografía y la economía nacionales. Según el censo INE 2008, el 11,3% de la población de España es de nacionalidad extranjera.

Evolución de la inmigración en España

En unas pocas décadas, España ha pasado de ser un país netamente emisor de emigrantes a ser receptor de un intenso flujo migratorio. A partir de 1973, con la crisis del petróleo, la emigración de españoles al extranjero empezó a dejar de ser significativa y se produjo el retorno de muchos emigrantes españoles, forzado por el aumento del paro que golpeó a casi todos los países de acogida. El restablecimiento de la democracia coincidió con una fase de relativo equilibrio en los saldos migratorios netos, que se prolongó hasta mediados de la década de los noventa.

Sin embargo, en el extraordinario dinamismo que ha mostrado la economía española desde entonces se encuentra el origen del fuerte crecimiento de la inmigración extranjera. Desde el año 2000, España ha presentado una de las mayores tasas de inmigración del mundo (de tres a cuatro veces mayor que la tasa media de Estados Unidos, ocho veces más que la francesa y sólo superada en términos relativos en el continente europeo por Chipre y Andorra[2] ) y ha sido, tras EEUU, el segundo país del planeta que más inmigrantes ha recibido en números absolutos. En los cinco años posteriores, la población extranjera se había multiplicado por cuatro, asentándose en el país casi tres millones de nuevos habitantes. Según el censo del 2008, el 11,3% de los residentes en España era de nacionalidad extranjera.

A estas cifras habría que añadir:

Los ciudadanos cuya nacionalidad de origen era extranjera y que han adquirido la nacionalidad española tras un tiempo de residencia en el país (véase Adquisición de la nacionalidad española). Se calcula que en la década de los noventa se nacionalizaron de media unos 9.500 extranjeros al año, mientras que en el 2004 se nacionalizaron unos 38.300.[3]
Los descendientes de españoles en Iberoamérica o en la Unión Europea que han seguido conservando la nacionalidad española de alguno de sus padres, abuelos, bisabuelos o tatarabuelos y que al retornar a España no constan como ciudadanos de nacionalidad extranjera.

Adquisición de la nacionalidad española [editar]España sigue principalmente el Ius sanguinis, esto es, que la nacionalidad se transmite por la familia. Según el artículo 17 del Código Civil,[10] son automáticamente españoles todos los nacidos de padre o madre españoles. Además, sigue una forma restringida de Ius soli: los nacidos en territorio nacional obtienen automáticamente la nacionalidad si alguno de sus progenitores hubiese nacido también en España, si no se conociese su filiación, o si éstos provinieren de un país que no permite la transmisión automática de la nacionalidad a los hijos (como muchos países hispanoamericanos). En estos casos, para evitar la apatridia, se les reconoce nacionalidad “por simple presunción”.[cita requerida] Los demás nacidos en España pueden optar por la nacionalidad si permanecen viviendo en el país durante un año.

Como norma general, para poder solicitar la nacionalidad española se exige haber residido en el país de manera legal (con un permiso de residencia) y continuada durante al menos diez años. No obstante, para algunos colectivos el tiempo mínimo exigido es menor:

Refugiados políticos: 5 años.
Naturales de países iberoamericanos, Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal y sefardíes: 2 años.
Nacidos fuera de España, de padre o madre, abuelo o abuela que originariamente hubieran sido españoles: 1 año
Quienes hayan estado sujetos legalmente a la tutela, guarda o acogimiento de un ciudadano o institución españoles, durante dos años consecutivos, incluso si continuaran en esta situación en el momento de la solicitud: 1 año.
Los viudos o viudas de español o española, si a la muerte del cónyuge no existiera separación legal o de hecho: 1 año.
Cualquier nacido en el territorio nacional: 1 año.

Causas de la inmigración en España [editar]Un fenómeno de tal envergadura como es la inmigración en España presenta, lógicamente, un carácter multifactorial. Entre sus principales causas se encuentran:

El factor más importante de atracción migratoria es el fuerte desarrollo económico que ha presentado España desde 1993. Basada en un crecimiento de tipo extensivo, la economía española ha venido necesitando desde entonces una gran cantidad de mano de obra. En el 2005, el país había creado unos 900.000 empleos netos, de los que cerca de un 40% fueron ocupados por extranjeros.
Se han repetido las regularizaciones supuestamente "extraordinarias" de los inmigrantes ilegales: se han realizado seis desde 1985, tres realizadas por gobiernos socialistas (la última en la primavera del 2005) y tres por los gobiernos conservadores del PP. El Estado, sea de izquierdas o de derechas, ha tendido entonces a regularizar masivamente y de media una vez cada tres años y medio.
A esto hay que añadir una cierta benevolencia legal, al modelo francés, que permite la reagrupación familiar y permite, a medio plazo, la nacionalización. Además, la cobertura médica y la escolarización están garantizadas de manera gratuita para los extranjeros residentes en el país, estén o no en situación regular.
La identidad cultural y lingüística con Hispanoamérica, de donde proceden el 36,21% de los extranjeros que había en España en el 2006, es un importante factor de atracción para este colectivo.
Cabe destacar también la cercanía geográfica al continente africano: con fronteras terrestres con Marruecos, las islas Canarias próximas al oeste africano y el propio sur peninsular cercano al Magreb, España es en Europa la frontera sur con el Tercer Mundo. La renta per cápita española era, en 2001, doce veces superior a la de un marroquí; así, la frontera hispano-marroquí es la más desigual en términos económicos de toda la OCDE (la renta de EEUU es sólo cinco veces superior a la de México). El 18,13% de los extranjeros censados en España en el 2006 procedían de este continente, aunque este porcentaje sea menor al de países más alejados de África como Francia.
Otro factor de atracción es la suavidad del clima y la atracción por el modo de vida, siguiendo el efecto Sun Belt. El 21,06% de los extranjeros que hay en España proceden de Europa Occidental, concentrándose en las provincias insulares y en las de Alicante y Málaga. Muchos de ellos son "inmigrantes de lujo": jubilados, trabajadores de multinacionales, trabajadores a distancia vía Internet o empresarios que establecen negocios, por lo general relacionados con la hostelería.

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