miércoles, 16 de julio de 2008

COSTUMBRES ESPAÑOLAS: LA VIDA EN LA CALLE



LA VIDA EN LA CALLE

Para todo el que llega salta a la vista que nos gusta la calle a los españoles. Nos gusta pasear, ver y que nos vean. Por eso sorprende lo arreglados que vamos siempre, incluso para bajar o hacer pequeños recados cerca de casa. Aquí funciona lo de "arreglada pero informal". Nos gastamos una cantidad estimable de nuestros ingresos en mejorar nuestro aspecto exterior. Sobre lo de ver y ser vistos hay un asunto de no poca importancia. Mientras que nos movemos por las calles, paseos y avenidas de nuestras ciudades nos sentiremos observados. Es más, comprobaremos que otros transeúntes desconocidos nos miran fijamente a los ojos. De nuevo no debemos interpretarlo como un allanamiento de nuestra intimidad.

El templo de nuestras relaciones es el bar. En el cómputo vital de los españoles debería incluirse, junto con el tiempo que dedicamos a trabajar, comer o dormir, el que permanecemos en los bares. Son el centro de reunión con los amigos para jugar la partida de cartas o al dominó, para tomar unas tapas, para charlar un rato, para ver un partido de fútbol o simplemente para hacer un alto en nuestras obligaciones diarias. Son por así decirlo, epicentros de la socialización. En el bar nunca falta la "caja tonta" o televisión, con un volumen que suele superar con mucho los decibelios tolerables por el oído humano, que pugna por imponerse a la estridencia de la imprescindible máquina tragaperras (los españoles somos los europeos que más gastamos en loterías, quinielas, lotos y demás juegos de azar). En el bar el suelo debe estar cubierto de preferentemente de servilletas usadas aunque tampoco es descartable encontrar otros objetos como huesos de aceitunas, colillas o conchas. Todo bar que se precie debe incorporar este elemento a su decoración. Si no lo encontramos en un bar es una de dos, no es recomendable o no estamos en España.

Las escuelas de español deberían impartir cursos específicos para desenvolverse en este medio. Cada región tiene un vocabulario propio para designar los distintos tamaños y formatos de las diferentes comidas y bebidas que suministran. En este caso se recomienda observar los modos de actuación de otros clientes antes de actuar. No se olvide de la importancia que tiene atraer la atención del camarero, siempre esquivo, recurriendo a señales tanto sonoras como gestuales. A la hora de pagar es de vital importancia saber que raramente pagamos nuestras consumiciones individualmente. Siempre hay alguien que se adelanta a pagar toda la ronda a la espera de que en otra ocasión dicha tarea recaiga sobre otro de los presentes. A veces se hace un fondo común para pagar o se paga "a escote" todos a partes iguales. Es más común entre los jóvenes. Al entrar y salir de estos establecimientos es costumbre saludar y despedirse de los camareros con cierta familiaridad aunque sea esta nuestra primera y última visita.

En nuestras conversaciones hablamos y opinamos de todo, quizá porque creemos que sabemos de todo. La discusión acalorada más que síntoma de enfrentamiento lo es de deseo de mostrar la solidez de nuestras opiniones. Comprender uno de estos cambios de impresiones, salpicados de interrupciones, gestos y descalificaciones será prueba sobradamente demostrativa del alto dominio del español por parte del estudiante.
Sobre el tratamiento tú/usted basta decir que los españoles siempre hemos sido, y cada vez más lo somos más, pocos amigos de las formalidades y si empezamos una conversación con un desconocido tratándolo de usted en cuanto podemos nos pasamos al tú. Conservamos el usted para los desconocidos, las personas de más alto rango en el trabajo y para las personas de edad avanzada.

Algunos de los temas más recurrentes en las conversaciones de los españoles son, junto al fútbol y la vida de los famosos y de los vecinos (el popular cotilleo), la falta de dinero - a propósito mejor no preguntarle a un español cuánto gana - y las enfermedades. En este último caso siempre son bien recibidos gestos de solidaridad y expresiones de abatimiento "vaya" o felicidad "¡Qué bien"! que demuestren interés por el relato de algún episodio febril o alguna visita a la consulta médica. Nos gusta la comunicación oral y directamente más que la escrita o a través de contestadores automáticos. A veces las sugerencias por escrito son mal acogidas. Eso sí, en la época navideña nos encanta recibir y enviar felicitaciones.

La puntualidad de los españoles es siempre un tema espinoso. Cierto es que posiblemente no es el rasgo que más valoramos en una persona o para el éxito de una relación comercial pero a buen seguro no es patrimonio exclusivo de los españoles. Siempre damos unos minutos de "cortesía" al otro.

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