viernes, 29 de abril de 2011

El turco que intentó matar a Juan Pablo II pide rezar en el Vaticano

http://excelsior.com.mx/index.php?m=nota&id_nota=732885

Mehmet Alí Agca solicitó visa para viajar a Italia a rezar ante la tumba y a Fátima con la virgen que le salvara la vida a Wojtyla

TURQUÍA, 28 de abril.- El turco Mehmet Alí Agca, que quiso asesinar, a Karol Wojtyla, Juan Pablo II en 1981, anhela rezar ante su tumba en el Vaticano, y además visitar la ciudad de Fátima en Portugal.

El abogado de Mehmet Alí Agca comentó que por el momento, Italia y Portugal no han respondido al pedimento de visa que el turco hizo en sus respectivas embajadas en Ankara

"Mehmet Ali Agca desea ir a Portugal, específicamente a Fátima el 13 de mayo y visitar la iglesia y luego ir al Vaticano para rezar ante la tumba de Juan Pablo II y hacer una ofrenda floral", agregó el abogado abogado Haci Alí Ozhan.

El Vaticano indicó en una carta que la visita podría ser posible, pero las autoridades italianas permanecen mudas ante el pedido de visa de Mehmet Alí Agca, agregó el abogado.

Juan Pablo II en su momento declaró que Nuestra Señora de Fátima le había salvado la vida cuando había sido gravemente herido por el turco Agca, el 13 de mayo de 1981, en la Plaza San Pedro de Roma.

Mehmet Alí Agca, recobró su libertad en Ankara en enero de 2010, después de haber estado casi 30 años encarcelado en las prisiones italianas y turcas por la tentativa de asesinato del Papa y otros crímenes que además había cometió en Turquía.

domingo, 17 de abril de 2011

La locomotora turca

http://www.elpais.com/articulo/economia/global/locomotora/turca/elpepueconeg/20110417elpnegeco_1/Tes

Cuando en 1999 un terremoto de 6,8 puntos en la escala Ritcher sacudió el oeste de Turquía, matando a más de 180.000 personas, se encendieron todas las alarmas. Turquía descansa entre dos placas tectónicas y sus construcciones no estaban preparadas para resistir temblores. Entonces una fiebre se apoderó de Turquía. Las familias empezaron a hacer acopio de bebidas y alimentos, a dormir con linternas y silbatos junto a la cama. Las televisiones aconsejaban saltar por la ventana antes que quedarse dentro de un edificio. Incluso llegaron a fabricarse cápsulas de hierro, en las que una persona podía sobrevivir una semana mientras esperaba a ser rescatada de los escombros. Gobiernos locales, como el de Estambul, iniciaron planes de evaluación de edificios para identificar los que requerían refuerzos o su inmediata demolición. Hoy, al pasear por alguno de los barrios del centro de Estambul salta a la vista que estos proyectos, que hicieron frotarse las manos a los constructores turcos, no se llevaron a cabo.

Sin embargo, el anuncio marcó el inicio de una década de prosperidad para el sector de la construcción. Doce años después, las grúas forman parte del paisaje de toda ciudad turca. Los rascacielos crecen en los distritos financieros de Ankara y Estambul, donde se han inaugurado 40 torres en los últimos seis años y, según el instituto turco de estadística, cada año se construyen medio millón de viviendas nuevas en el país, además de autopistas y raíles de alta velocidad.

La construcción es, sin duda, la cara más visible del milagro económico turco. Plenamente recuperada de la crisis de 2001, Turquía es hoy una economía dinámica y joven que creció un 8,9% en 2010. En diez años, el país ha conseguido reducir la inflación del 70% al 9% y situar su deuda pública en el 49% del PIB. "En los años noventa todo el mundo quería entrar en la banca, ahora el lugar donde estar es la construcción", afirma Onur Ozger, gerente del Bilgili Holding, una de las compañías más importantes del sector inmobiliario turco. Ozger explica que el sector creció un 15% el año pasado, con una inversión de capital extranjero de 2.500 millones de dólares. "Las previsiones para 2011 son aún mejores", asegura.

El inicio del boom inmobiliario se sitúa en 2003, cuando el Gobierno reformó la ley que restringía la compra de propiedades a los extranjeros, vigente desde 1924. Desde entonces, la compra masiva de segunda vivienda por europeos duplicó los precios en la costa del Egeo y Estambul. Sin embargo, para los turcos los intereses del 10% en las hipotecas hacen que solo las clases acomodadas puedan aspirar a una segunda residencia, lo que "aleja el peligro de una burbuja inmobiliaria como la española", según Ozger.

En cuanto al mercado de primera vivienda, la demografía turca -más de la mitad de la población tiene menos de 30 años- y el aumento del poder adquisitivo de las clases medias lo convierten en sector muy atractivo para las constructoras, un mercado que lleva años dominado por la agencia semiestatal TOKI. Este organismo, creado en 1981 por los generales golpistas, controla y vende gran parte del suelo urbano perteneciente al Estado y, desde la llegada del AKP al poder, se ha convertido en el mayor propietario de tierras del país. Además, desde 2007 tiene los derechos de expropiación y planificación de los asentamientos chabolistas, gecekondu bölges, en turco. Sus viviendas copan el 20% del mercado inmobiliario e inundan la periferia de las ciudades de bloques de edificios baratos y de mala calidad, según los datos del colectivo de arquitectos Imece.

Las exenciones fiscales, los subsidios y tratos de favor a las grandes empresas como TOKI, han influido en la falta de planificación urbana de las ciudades. En Estambul hay 300.000 viviendas vacías, sin embargo, la periferia de la ciudad se expande cada año. "En Turquía primero se hace y luego se crea la ley que lo regule, eso ha permitido que se hagan barbaridades", explica el famoso estudio de arquitectura Tabanlioglu.

Colectivos como el Imece denuncian la estrecha relación entre la clase política y las grandes empresas, y el uso de TOKI por parte del Gobierno con fines electoralistas. "Su director, Erdogan Bayraktar, se presenta como candidato del Gobierno a las elecciones de junio. Es un claro ejemplo de esa relación", explican.

Una relación que se reproduce en el exterior: los frecuentes viajes de los políticos turcos se han convertido en la excusa perfecta de los constructores para aumentar su presencia en el mercado euroasiático, cuya cartera de negocios asciende a 130.000 millones de dólares, según la Agencia Turca de Inversión (Ispat). "La actual política, bautizada como neotomanismo, no se entendería sin los importantes lazos económicos que las empresas turcas han creado con los países de su entorno", explica el profesor Cengir Aktar de la Universidad de Bahçesehir.

Pero la construcción de viviendas solo aporta el 10% de las ganancias al sector. Dentro de las ciudades, rascacielos, hoteles y centros comerciales se llevan la parte del león. Las clases medias, con sus ojos puestos en Europa, han abandonado la cultura del bazar, tan enraizada en las generaciones anteriores, por Starbucks y H&M. En ocho años, se han inaugurado 150 centros comerciales en todo el país. Un crecimiento solo comparable al de los hoteles, cuya construcción se ha disparado debido a los casi 30 millones de turistas que Turquía recibe anualmente. "Existe una gran demanda de hoteles de 3 y 4 estrellas de estándar europeo en Estambul, pero también en el centro y sureste", explica Orhan Gündüz, cuya empresa planea construir hoteles en el centro del país. "Es un mercado prometedor con pocos operadores internacionales", afirma.

El resto del pastel son obras públicas, el transporte y las plantas energéticas. Según un informe de la Embajada alemana, Turquía necesita financiación para acometer estos proyectos pero, sobre todo, "necesita importar conocimiento para infraestructuras de alto componente tecnológico". El informe apunta que el 25% de la inversión extranjera de los últimos siete años ha sido en este segmento de la construcción. El programa de inversiones públicas 2009-2011 del Gobierno, que contempla la expansión de la alta velocidad al centro de Anatolia y el refuerzo de puentes, viaductos y carreteras frente a posibles movimientos telúricos, ha sido uno de los grandes beneficiarios de estas inversiones.

Empresas alemanas y, sobre todo, italianas se han subido a la ola. También China, que con 28.000 millones de dolares se convierte en la máxima inversora en la alta velocidad turca. No así las empresas españolas. Su acercamiento al mercado turco ha sido hasta la fecha bastante tímido. Unas trescientas empresas tienen presencia en este país, tres veces menos que las italianas.

Turquía, consciente de su encanto, se deja querer. Su rendimiento y su posición estratégica han atraído a 70 nuevas empresas en lo que va de año en busca de alta rentabilidad. La locomotora continúa en 2011 a todo gas, mientras mira con desdén a una Europa en crisis. -

Estambul a sus pies

http://www.elpais.com/articulo/portada/Estambul/pies/elpepusoceps/20110417elpepspor_13/Tes

Un jacuzzi con vistas al Bósforo. Jugar al golf con el Mármara de telón de fondo. Son algunos de los lujos del Istanbul Sapphire, el rascacielos de viviendas más alto de Europa -en competición con varias torres en moscú- y nuevo símbolo del milagro económico que ha vivido Turquía.

A mediados del siglo XIX, el embajador francés en Estambul obtuvo el permiso de la Sublime Puerta para convertir la orilla izquierda del Bósforo en un barrio residencial para extranjeros. El barrio se llamó Büyükdere, literalmente "el gran arroyo" de Estambul. Allí los cristianos encontraron un lugar donde vivir alejados de sus vecinos musulmanes. La solución, tanto práctica como política, permitió a las comunidades cristianas y judías construir sus lugares de culto, y al sultanato le facilitó el cobro de los impuestos y la convivencia en la urbe. La belleza del enclave, entre bosques de pinos y el estrecho del Bósforo, y sus pintorescas casas de madera lo convirtieron pronto en un barrio de embajadas con prósperos negocios y una incipiente industria turística que, a las puertas de la Primera Guerra Mundial, atraía por barco a más de mil visitantes al día.

La avenida que lleva el nombre de este hermoso distrito se ha convertido con el paso de los años en la arteria aorta de Estambul. Cada mañana, miles de vehículos circulan por ella hasta las oficinas del distrito financiero de Levent. Pocos saben que lo que ahora se considera el Manhattan turco fue en otra época una zona de fábricas propiedad, en muchos casos, de la adinerada burguesía no musulmana de Büyükdere.

Pero con la llegada de la República y la persecución de las comunidades griegas en los años cincuenta, muchos de los residentes de Büyükdere tuvieron que abandonar apresuradamente el país. Dejaron tras de sí sus mansiones de madera y sus fábricas, que quedaron a merced de la gigantesca urbe, que año tras año demandaba más espacio para acoger el incesante goteo de inmigrantes del campo. Levent pasó de polígono industrial a centro financiero, y de barrio de extrarradio a corazón del sistema bancario turco.

Cuarenta rascacielos se han construido en los últimos seis años, a los que se le unirán 29 nuevas torres de aquí a 2015. La carrera hacia el cielo en Levent y Maslak es la parte más visible del milagro económico turco. La mayoría son bancos y oficinas. Sin embargo, desde hace cinco años varios estudios de arquitectura turcos intentan humanizar la zona desarrollando proyectos residenciales alternativos: Levent Loft, creado sobre un antiguo bloque de oficinas, es ahora uno de los edificios de viviendas más chic de la ciudad, o el Istanbul Kanyon, un centro comercial y de ocio cuyo diseño recuerda el Guggenheim de Nueva York.

Casi todos estos proyectos llevan el sello del estudio Tabanlioglu, uno de los buques insignia de la arquitectura moderna turca. Poseedores de más de 40 premios internacionales, entre ellos el International Property Award y el Architect of the Year en 2010, el estudio predica un reencuentro con la ciudad y la búsqueda de soluciones ingeniosas para humanizar el asfalto sin renunciar al diseño. Su último proyecto, tal vez uno de los más ambiciosos, es el Istanbul Sapphire, el edificio más alto de Europa y el primer edificio ecológico del país.

Tan solo un avión puede llegar más alto en Turquía. Subir los 261 metros que separan la última planta del suelo solo lleva un minuto, casi lo mismo que tarda un Boeing en despegar. Pero a diferencia de un avión, cuando uno sube a la terraza del Istanbul Sapphire es para quedarse. Desde el mirador, situado en el piso 54, se puede contemplar la puesta de sol en Asia, los dos mares que bañan la ciudad y, en medio, el estrecho del Bósforo con sus dos puentes colgantes. En un día claro, la vista alcanza a diferenciar en la entrada del Bósforo la famosa torre de Leandro, hasta la que el héroe mitológico nadaba cada noche para ver a su amada. A más de 200 metros de altura, uno también corre el peligro de enamorarse de Estambul y no querer abandonarlo jamás.

La capital de los sultanes discurre a los pies inabarcable y caótica, y la altura supone el único remanso de paz que queda en esta ciudad que une dos continentes. Inaugurado hace un mes, el Sapphire comienza este mes a recibir a las primeras familias que podrán disfrutar a diario de estas vistas. Diseñado para el tipo de vida comunitaria al que están acostumbrados los turcos, el edificio huye del efecto impersonal que sufren muchos rascacielos. La escala humana se respeta en todo momento. Cada tres pisos hay un jardín privado que recuerda al atrio de la arquitectura estambulita del siglo XIX. Los techos de tres metros veinte y las ventanas hasta el suelo optimizan la luz del día al máximo y animan a vivir de puertas para fuera. Además, cada nueve plantas se han colocado varias áreas sociales, gimnasios, piscinas, un spa y la pista de golf a más altura del mundo.

Pero vivir aquí solo está al alcance de unos pocos. El Sapphire presume de contar con el vecindario más exclusivo de la ciudad. Banqueros y hombres de negocios se encuentran entre los compradores de las 180 viviendas de la torre. Disponibles para los que puedan desembolsar un millón de dólares por un piso de 120 metros cuadrados. Los precios suben hasta los 7,5 millones (5,2 millones de euros) por una penthouse, la joya del "Zafiro": 1.100 metros cuadrados, jardines privados y una planta que atraviesa todo el edificio, lo que da a sus residentes la posibilidad de escoger frente a qué mar quieren desayunar cada mañana. Por ahora, el 60% de los apartamentos tienen dueño y en menos de un año el Sapphire colgará el cartel de todo vendido, según las previsiones de la empresa Bersay, encargada de la gestión del rascacielos.

Crear un edificio high tech respetuoso con el estilo de vida turco es el secreto del éxito y también el mayor reto al que el estudio Tabanlioglu tuvo que enfrentarse al diseñarlo. "Queríamos devolver la vida a la ciudad", explica Melkan Gürsel, arquitecta principal del proyecto junto a su marido, Murat Tabanlioglu. Sentada en su espacioso despacho con vistas al Cuerno de Oro, explica cómo las clases altas de Estambul renunciaron a la ciudad en los años ochenta. En esta época, cientos de complejos residenciales ajardinados permitieron a los más pudientes escapar del asfalto y refugiarse en las verdes periferias. "Estambul se segregó entre los ricos, y el resto y los centros de negocios se convirtieron en desiertos a partir de las siete de la tarde", explica.

Asegura que el milagro económico ha creado una nueva clase media y alta que creció en las afueras y que ahora busca reencontrarse con la ciudad sin renunciar a la naturaleza. "Estambul carece de parques, no tiene espacio, por eso surgió la idea de traer el verde de los bosques al corazón financiero y subirlos hasta el cielo. En este sentido, el Sapphire es también un proyecto urbanístico que busca hacer la ciudad más vivible", explica.

El Sapphire es también el primer gran edificio ecológico de Turquía. Cuenta con un sistema de calefacción que absorbe la luz solar a través de vigas ultravioletas y mantiene una temperatura constante de 22 grados. Además, el sistema de doble cristal de la fachada permite reducir el consumo energético en un 25% y proporciona una ventilación natural a través de agujeros situados cada tres plantas. Todo el diseño está asegurado por un sistema que le permite resistir terremotos de hasta nueve grados en la escala de Richter, lo que convierte el rascacielos en uno de los puntos más seguros de esta ciudad, que descansa entre varias placas tectónicas.

Un equipo de 20 personas trabajaron durante seis años en el proyecto. Según el estudio, la apuesta por la innovación y la eficiencia es el sello de la casa que dejó su fundador, Hayati Tabanlioglu. Padre del actual dueño, Tabanlioglu fue una de las figuras más destacadas de la generación de arquitectos turcos de la segunda mitad del siglo XX, al que se le debe el diseño del aeropuerto de Ataturk, así como el primer centro comercial del país. La segunda generación Tabanlioglu añade a esta filosofía una obsesión por crear espacios luminosos, abiertos a un estilo de vida urbano más conciliador.

"Las soluciones nacen de dentro, de la tradición, de la ciudad. Hay que volver a la arquitectura vernácula y encontrar los espacios que se ajusten al estilo de vida de los ciudadanos", explica el estudio. En Estambul, eso significa altura, rascacielos. "Lo que ocurre en áreas como Levent o Maslak no es una competición, sino la respuesta a una necesidad urbana en una megalópolis de 14 millones de habitantes con un suelo cada vez más escaso y más caro", afirma.

Rascacielos sí, pero no torres de marfil. Por eso el Sapphire cuenta con una terraza abierta al público a la que se accede en 14 ascensores, ocho de ellos de alta velocidad y otros dos de uso exclusivo para los residentes. Además, los 36.000 metros cuadrados de la base del edificio son un área comercial de cuatro plantas que ya ha conseguido atraer a algunas firmas españolas como Mango. Finalmente, un acceso directo al andén de metro y seis pisos de parking subterráneo colocan la torre a 20 minutos del centro de la ciudad. Una ventaja, porque a pesar de los esfuerzos de la nueva generación de arquitectos, el barrio todavía cuenta con pocos atractivos para quien no quiere hacer negocios.

Levent no es Manhattan, ni pretende serlo. Aspira tan solo a convertirse en una de las muchas caras de Estambul. Una zona de negocios, de edificios altos y cada vez más un lugar donde vivir. El Sapphire busca modelar la ciudad y mimar a sus inquilinos en cada detalle. Y sobre todo, ofrecerles un estilo de vida familiar en las alturas. A pesar de los 10.000 dólares por metro cuadrado, el Sapphire cumple el refrán turco que asegura que los vecinos son más importantes que la propia casa.

jueves, 14 de abril de 2011

EL CINEASTA NURI BILGE CEYLAN IRÁ A CANNES CON “BIR ZAMANLAR ANADOLU”

http://www.trtspanish.com/trtworld/es/newsDetail.aspx?HaberKodu=d3e52406-1e6f-4e0f-bc41-49b57975d833

Anunciados los títulos que competirán este año en el Festival de Cannes
Emitido 14.04.2011 14:08:45 UTC
Actualizado 14.04.2011 14:16:01 UTC
Se han desvelado los títulos que competirán en la 64ª edición del Festival de Cannes, que se celebrará este año entre el 11 y el 12 de mayo.

La última película del cineasta turco internacionalmente reconocido Nuri Bilge Ceylan, “Bir Zamanlar Anadolu” (Once Upon a Time in Anatolia), figura entre los filmes que disputarán para llevarse la Palma de Oro.

La cinta “Bir Zamanlar Anadolu”, a cuya producción contribuyó también la televisión pública TRT, es una producción conjunta de Bosnia Herzegovina y Turquía.

Este año han sido programadas 19 películas:

-Pedro Almodóvar - The Skin I Inhabit
-Bertrand Bonello - L'Apollonide: Souvenirs de la maison close
-Alain Cavalier – Pater
-Joseph Cedar - Footnote
-Nuri Bilge Ceylan - Once Upon a Time in Anatolia
-Jena-Pierre ve Luc Dardenne - Le gamin au vélo
-Aki Kaurismäki - Le Havre
-Naomi Kawase - Hanezu no Tsuki
-Julie Leigh - Sleeping Beauty
-Maïwenn - Polisse
-Terrence Malick -Tree of Life
-Radu Mihaileanu- La source des femmes
-Takashi Miike -Ishimei
-Nanni Moretti - Habemus Papam
-Lynn Ramsey - We Need to Talk About Kevin
-Nicolas Winding Refn - Drive
-Markus Schleinzer - Michael
-Paolo Sorrentino -This Must Be the Place
-Lars von Trier - Melancholia

“Once upon a time in Anatolia”

El filme protagonizado por Yılmaz Erdoğan y Taner Birsel relata la historia tensa de 12 horas de un médico y un fiscal.

Ceylan había laureado con el Premio Especial del Jurado con “Uzak” (Lejano) y Premio al Mejor Director con "Üç Maymun" (Tres Monos) en el Festival Cannes.

viernes, 8 de abril de 2011

Animadrid en el instituto Cervantes de Estambul

http://es.paperblog.com/animadrid-en-el-instituto-cervantes-de-estambul-502989/

Desde el 4 al 30 abril el Instituto Cervantes y el Museo Pera de Turquía desarrollarán un ciclo de cine infantil del festival Animadrid, con motivo del Día Nacional de la Infancia y la Juventud en Turquía. El ciclo de películas españolas de animación está dirigido a todo tipo de público.

Animadrid es un festival internacional de imagen animada que se realiza anualmente en Pozuelo de Alarcón y es organizado por el Patronato Municipal del Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón y la Vicepresidencia y Consejería de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, con el fin de promocionar la animación audiovisual y proporcionar un espacio de encuentro entre los creadores y el público.

La animación nace con el cine y el deseo de dar realismo al movimiento de las imágenes. Los antecedentes cuentan que Emile Reynaud estuvo 10 años proyectando sus imágenes en el Museo Grévin de Paris, gracias a su invención del Praxinoscopio en 1977. A partir de entonces y con la invención de los hermanos Lumière, varios amantes de la imagen en movimiento se aventuraron a desarrollar la técnica de la animación.

Sin embargo, el esplendor de la animación la lograron los hermanos Max y Dave Fischer al usar la técnica perfeccionada por Earl Hurd en el Payaso Coco (1920) y en la representación sexy de la cantante Helen Kane, en Betty Boop (1930) cuyos sonidos poo-poo-pi-do se transformaron en un clásico para la sociedad norteamericana.

Otto Messmer, vanguardista creador del famoso Gato Félix para los estudios de Pat Sullivan, revolucionó la animación al darle características y personalidad humana a un animal, anticipándose a las creaciones de Walt Disney y otros creadores que le dieron vida a caricaturas de animales. El éxito de su caricatura radicaba en la fantasía surrealista que desarrollaba Félix en sus disparatadas travesuras.

En 1950 la caricatura animada Gerald Mc Boing Boing de UPA Cartoons, sobre un niño que sólo emitía ruidos al hablar y ponía en jaque a sus padres y a la medicina, ganó el premio Oscar de la Academia por el mejor cortometraje. United Productions of America (UPA) fue uno de los estudios de animación más interesantes en su producción de cortos animados. Fundado en 1941, tras la gran huelga de animadores de los estudios Disney, iniciaron la producción de cortos animados con mensajes y temáticas consideradas demasiado radicales para una industria conservadora. Las investigaciones del FBI por supuestas conexiones comunistas los hicieron perder los contratos de distribución y entraron en una crisis, que los llevó a acercarse a Colombia Picture, donde cambiarían la animación inteligente por dibujos complacientes que competían con otras producciones animadas, como el famoso anciano millonario ciego Mister Magooo.

La animación es un arte que disfrutan niños y adultos, es por eso que este ciclo resulta un atractivo encuentro de generaciones en torno a las películas: Balada de Benito, El ladrón navideño, A por todas, Capelito pintor, Cortes celeste, Garto, Tadeo Jones, ¿Por qué?, Pocoyo y el circo espacial, Cuentos de A y Top Gum.

Para más información http://estambul.cervantes.es/FichasCultura/Ficha68643_52_1.htm