lunes, 3 de enero de 2011

INTERNACIONAL Portazo turco

JOSÉ M. DE AREILZA
Día 31/12/2010
Turquía lleva tantos años llamando a la puerta de la Unión Europea que sin ser miembro del club ya se comporta como un Estado miembro de nuestros días, euro-escéptico y solo dispuesto a aceptar las normas que le convienen. Su poco interés por los ideales europeos imita en la distancia al de los grandes Estados miembros. El orgullo nacionalista es ahora el discurso preferente de Ankara, frente a la visión cosmopolita y civilizadora que hace atractivo el proceso de integración del continente. Tal desencantamiento es una mala noticia para los turcos y para la Unión. El gobierno de Erdogan no acaba de explicar qué entiende por un islamismo moderado compatible con la identidad europea. Por su parte, a mitad de este partido, Francia, Alemania y Austria quieren cambiar las reglas del juego, en lugar de exigir su cumplimiento estricto. España sigue siendo pro turca pero no sabe explicar bien por qué después de un desenfocado sexenio de política exterior a cargo del tándem Zapatero-Moratinos, una etapa de la que nos costará recuperarnos. El Reino Unido e Italia apoyan a Turquía, pero su ingreso queda cada vez más lejos. El último informe presentado por la Comisión en diciembre, aunque señala algunos avances, alerta sobre el bloqueo turco de Chipre y la discriminación en el país candidato de periodistas, mujeres y homosexuales. La respuesta al informe ha sido contundente y retumba como un portazo. El negociador principal turco ha acusado a la Unión de no hacer lo suficiente por los turco-chipriotas, debido a la creciente «islamofobia» y derechización de las sociedades europeas. El primer ministro Erdogan ha declarado que sin Turquía la Unión no será nunca un actor global y su embajador en Viena ha dicho que los austriacos consideran a los turcos como un «virus». Woody Allen en estado puro: se come fatal en ese restaurante —y además sirven cantidades muy pequeñas.

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