El equipo anfitrión, liderado por Turkoglu, causó una buena impresión ante Francia y se enfrentará a la Eslovenia de Lakovic en los cuartos de final
Llegó invicta a Estambul y borró de un plumazo a Francia. El anfitrión, que comenzó como un tapado sin demasiada ambición, dejó claro que no renuncia a nada y presentó su candidatura a las medallas. Con un Turkoglu mucho más mentalizado a lo que nos tiene acostumbrados -en la selección turca o en la NBA-, con un grupo compacto y con una afición entregada pueden plantarse en semifinales porque tampoco parece que Eslovenia sea un rival inaccesible para los locales.
Turquía y Eslovenia se pasearon ayer en una sesión de octavos mucho más floja que el día anterior, cuando, primero Serbia y después España, necesitaron apurar todos sus recursos para acabar con Croacia y Grecia, respectivamente. Jaka Lakovic (19 puntos) lideró a un equipo esloveno que, aún sin Lorbek, mostró recursos suficientes para estar como los mejores, aunque, como le sucede siempre, ahora deberá exhibir una dureza mental en el momento decisivo, un eterna lección por aprobar para el base barcelonista y sus compañeros.
Y ahora van a tener un examen más difícil que nunca porque en cuartos les espera una Turquía crecida. Bogdan Tanjevic ha conseguido compactar un grupo de jugadores que normalmente hacían la guerra por su cuenta. La responsabilidad de tener un país pendiente de ellos seguro que ha influido en un equipo que se sabe ante su última oportunidad de conseguir algo. Ilyasova, que anda con problemas físicos, y Turkoglu siguen siendo sus referentes, el joven pívot Asik y el base Guler aportan frescura y los veteranos Erden, Tunceri, Arslan y Gonlum le dan un toque de dureza para convertirlo en favorito.
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